Las opiniones e imágenes de este artículo son responsabilidad directa de su autor.

No fue una tarea fácil, pero Los Zetas fueron desarticulados en Guatemala durante 2010 y 2011. La banda de narcotraficantes mexicanos había copado el departamento de Alta Verapaz y era su territorio ocupado y dominado. Decenas de narcos mexicanos caminaban a sus anchas en escuadrones de hombres armados con fusiles de asalto y con el apoyo tanto de narcos guatemaltecos como de la autoridad policial y militar.

Dadas las características de su formación militar (este grupo primero fue formado por kaibiles guatemaltecos para combatir al narco y luego se pasaron del lado del crimen), Los Zetas tenían un trabajo de inteligencia, vigilancia y control territorial. Vinieron a Guatemala para “ocupar la plaza”, como territorialmente llamaban a la ocupación de los espacios en nuestro país.

Las estadísticas del lugar daban cuenta del incremento de las extorsiones a empresarios locales y de las constantes violaciones sexuales ejercidas por este grupo. Los primeros informes de inteligencia civil mostraron que la gente no solo vivía en zozobra, sino amedrentada y limitada en su locomoción. “Casi nadie quiere salir a los centros comerciales porque hombres armados merodean esos lugares”, detallaba uno de los primeros informes de la Dirección de Inteligencia Civil (Digici).

Los grupos de inteligencia civil fueron enviados al lugar para establecer la situación. Durante octubre y noviembre de 2010 incursionaron en el área y lograron establecer que el escenario era dramático, de control total por parte de este grupo de narcos que sobornaba policías, militares y otras autoridades locales. Los agentes, además, lograron obtener el video de una narcocarrera de caballos en donde confluyó toda la dirigencia de Los Zetas, incluido el coronel de la zona militar, apodado la furia sureña.






Poco a poco y tras un trabajo exhaustivo, sistemático y de procesamiento de información, la Digici mapeó el área y se desplegó a por lo menos siete departamentos más, en donde Los Zetas empezaban a tener pequeñas células de jóvenes mexicanos reclutados para expandir su estructura criminal en el territorio guatemalteco.

En ese momento, noviembre de 2010, la prioridad era recuperar Alta Verapaz y, en especial, Cobán. En el Consejo de Seguridad Nacional se expuso la situación y se concluyó que operativos ordinarios con allanamientos eran insuficientes, dadas las capacidades de reacción y de fuego que tenía esta organización temida en el vecino país.

Por ello, el presidente Álvaro Colom decidió decretar el Estado de Sitio en Alta Verapaz, que limitaba las garantías constitucionales a todos los habitantes del lugar pero permitía incursionar en cualquier punto donde fueran identificados estos personajes.

El despliegue de inteligencia permitió establecer los tiempos necesarios para la incursión en el área. Se trataba de un operativo sin precedentes históricos en Guatemala después de la firma de los Acuerdos de Paz, pues ninguna autoridad civil había utilizado desde el conflicto armado interno la herramienta que proporciona la Ley de Orden Público y sus Estados de Excepción.

Con esa herramienta jurídica nos jugábamos la credibilidad, pues se tenía esa línea delgada de que cualquier fallo podía ser mal interpretado como una situación de violación a los Derechos Humanos. Finalmente se implementó el 1 de diciembre de ese año y, tras un mes de trabajar en el área, se logró incautar cientos de armas, municiones, uniformes militares; recabar información de cuentas bancarias y movimiento de recursos financieros; y decomisar más de mil kilos de cocaína valorados en Q100 millones.

Empezaba una nueva era de operativos exitosos en contra del crimen organizado y en contra de organizaciones transnacionales que querían copar Petén, Alta Verapaz, Baja Verapaz, Zacapa, Jalapa, Chimaltenango, Quiché, Quetzaltenango y Huehuetenango. En todos esos departamentos sus estructuras orgánicas fueron desmanteladas y sus miembros fueron capturados.

Hubo necesidad de hacer una limpia de las fuerzas de seguridad en esos departamentos y varias decenas de policías fueron procesados judicialmente por sus vínculos con estas mafias criminales.

La historia de Los Zetas no termina, pero el Estado de Guatemala demostró que con el trabajo de unidades de inteligencia civil, investigadores honrados, jueces y fiscales valientes, se pudo desmantelar una banda de narcos temeraria y que ha puesto en vilo a las autoridades de otros países.

La lucha contra el crimen organizado requiere del fortalecimiento de las instancias de inteligencia, investigación y de persecución penal. Guatemala es un país que ha demostrado que la tasa de homicidios sigue hacia la baja a pesar de los recursos limitados con que cuenta el sistema de seguridad y de justicia. 

*Fotografía de Portada: Finca Los Cocos, Petén, AP.

Todas las noticias, directamente a tu correo

Recibe todas las noticias destacadas de Relato.gt, una vez por semana, 0 spam.

¿Tienes un Relato por contar y quieres que nosotros lo hagamos por tí?

Haz click aquí
Comparte
Comparte