Intervención en crisis: Volcán de Fuego imagen

Existe una faceta de las catástrofes que pocos estamos cubriendo, la salud emocional de las víctimas y su manera de recuperarse, es hora de tomar esto en nuestras manos.

Las opiniones e imágenes de este artículo son responsabilidad directa de su autor.

Ante lo que se vive en el país estos últimos días, los guatemaltecos hemos demostrado ser un pueblo solidario, capaz de ayudar y poner tiempo y esfuerzo para sacar a nuestro país de la catástrofe. Sin embargo, ante esta calamidad no podemos dejar de poner como nuestra segunda prioridad luego de la salud física, la salud mental de los damnificados, pues lo que ellos llegaron a experimentar emocionalmente en el que tuvo que haber sido el día más difícil de sus vidas, puede marcarlos por muchos años más.

Intervención en crisis

A consecuencia de la erupción, muchas personas perdieron a sus familias, a sus seres queridos y a sus hogares. Según estudios después de un desastre, al menos el 25% de la población está en estado de shock, apatía o sufriendo del síndrome del desastre. Sobretodo si el impacto es repentino y devastador como el que pasó en Guatemala. Este shock interfiere con las habilidades que tienen las víctimas de funcionar como necesitan hacerlo. La intervención en crisis es un tipo de intervención psicológica creada específicamente para suplir esta necesidad que surge cuando existe una catástrofe repentina. Se ha demostrado que la terapia psicológica no es algo que funciona efectivamente inmediatamente después de estos desastres, por lo que alrededor del mundo se intenta expandir el conocimiento de intervención en crisis, más allá de la psicología a bomberos, médicos, policías y primeros respondientes en dichas ocasiones. Esta intenta estabilizar y mitigar el estrés que sienten estas personas en el momento del impacto. Es el primer punto, la primera respuesta que alguien recibe que determinará su capacidad de acoplarse a la situación.

Es necesario que, como guatemaltecos, tomemos en cuenta la importancia de esta respuesta, que con poca capacitación todos podemos brindar, se trata de hacer que la persona se sienta escuchada, de no minimizar lo que le pudo haber afectado la pérdida, sea solamente de cosas materiales o de vidas humanas. Nunca se puede subestimar lo que significa una casa para una persona, mucho menos la vida de sus seres queridos. En Estados Unidos se utiliza un modelo llamado RAPID, que consiste en utilizar el rapport y la escucha activa para acercarse a las personas, luego evaluar a grandes rasgos la situación, para poder reconocer en qué estado se encuentran las personas y de esta manera poder priorizar quién necesita la ayuda de manera más urgente o qué temas son más importantes tocar. Una vez elegimos a las personas que necesitan la ayuda, es necesario intervenir para hacerlos sentir escuchados, hacerlos entender que alguien está allí y que no están solos. Esto es tan sencillo como devolverles lo que nos cuentan que les sucedió, con frases afirmativas. “Perdí la casa en la que había vivido con mis papás por los últimos 50 años”, esto lo podemos responder con “Parece que perdiste mucho más que una casa, perdiste un hogar con muchos recuerdos adheridos a él”. Esta sencilla intervención le enseña a la persona que su dolor es real, le permite sentirlo, procesarlo y ponerle un nombre, sin dejar que su mente lo intente reprimir y le cause más dolor a largo plazo. Finalmente, es importante que luego de hacer algunas de estas intervenciones, nos pongamos a la disposición completa de estas personas, para darles seguimiento, saber cómo se sienten y asegurarles que no estamos allí por un día y luego quedarán solos con su dolor.

La intervención en crisis no es una terapia, no la sustituye y definitivamente no es necesario ser psicólogo para poderla utilizar. Es algo que tomará un poco de nuestro tiempo, pero puede ser la diferencia crucial que determinará si una persona podrá sobrellevar lo que está viviendo. Alguien que no reciba intervención durante los momentos más estresantes, puede desarrollar estrés postraumático, depresión, trastornos de ansiedad e incluso trastorno de ataque de pánico. Yo los invito a que este día, tomen en cuenta la importancia de escuchar a los demás, de ser los que brindan los primeros auxilios psicológicos a las personas en los albergues, pues una vez las heridas físicas sanan y se logran recuperar ciertas cosas materiales, las personas se quedan solas enfrentándose al recuerdo intrusivo del peor momento que han vivido. Muchas veces, depende de nosotros velar por su salud en esos momentos posteriores, pues las heridas psíquicas pueden ser mucho más difíciles de sanar que las físicas.




Guatemalteco, te invito a des el primer paso, a que juntos en esta crisis, por primera vez pongamos la pauta de cuidar la salud mental de las personas. Pues, aunque no sea la primera prioridad a la hora de una catástrofe, puede llegar a determinar la manera en la que la persona que sufre vivirá el resto de su vida. Reconozcamos tragedias como eventos multidimensionales, que van más allá de ese momento terrible, más allá de las quemaduras y que dejan heridas igual de grandes en el corazón. En nuestro país, ha llegado el momento de sanar heridas de este tipo, de ser héroes de cuerpos, tanto como de mentes, pues lo primordial al final del día es devolverles a las víctimas su capacidad de sonreír. 

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