17 horas sin escape imagen

¿Son las carreteras el problema o los guatemaltecos? La diferencia radica en cada uno de nosotros.

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¿Son las carreteras el problema o los guatemaltecos?

Ninguno. Lo que me sucedió este fin de semana, me demostró que la misma materia prima: los guatemaltecos; podemos formar algo totalmente bello o hundirnos en nuestro egoísmo; depende de nosotros hacer de nuestro país, un lugar mejor.




EL CAOS 

Estábamos a punto de embarcar un fin de semana de escape, una mini-vacación de esas que todos de vez en cuando necesitamos. Solo eran tres días, de salir y poder tomar un poco de sol en nuestro hermosísimo IRTRA de Retalhuleu. Salimos de casa a las cuatro de la tarde y esperábamos poder hacer cuatro horas de camino. Íbamos en un microbús y empezó a transcurrir el tiempo sin ningún problema. A las siete de la noche inició el camino duro, encontramos un paro en el tránsito. Un tráiler se había dado la vuelta y como es costumbre, la vía pública estaba paralizada.

Empezaron a pasar las horas y las cosas no mejoraban. Llevábamos aproximadamente dos horas sin movernos, las personas repetían cosas como “tal vez ya se va a aflojar”, “es un tráiler que ahorita están moviendo”. Cuando por fin se movió un poco el tráfico, las esperanzas de las personas subieron, pero no duró mucho. Una vez un carril se despejaba, todos los “más vivos” empezaban a rebasar, topándose de nuevo con un nudo ciego de dos carriles en donde se destapaba uno por un segundo y solo se cruzaban más carros en sentido contrario, volviéndose el caos vial más grande que he visto. Unos 60 kilómetros de carros en la carretera sur, en ambos sentidos, en ambos carriles; unas miles de personas que fueron parte de una noche interminable. Se llamaba a la policía, a los bomberos, a COVIAL y nadie podía llegar a poner orden. Pasaron 17 horas, de llantos, calor, desesperación, gritos y cansancio; antes de que pudiéramos llegar a nuestro destino.




El colmo fue alcanzar el final del nudo y darse cuenta que el famoso tráiler llevaba horas de haber sido removido, seguíamos parados por las personas, que, en el afán de pensar solo en ellos mismos, trataban de pasar en el carril contrario y hacían la situación cada vez más imposible de resolver. Si al menos una autoridad se hubiera aparecido y no hubiéramos sido los civiles con las linternas de nuestros celulares los que guiábamos el tráfico, tal vez la cosa hubiera sido distinta. No puedo negar que llegué a mi destino decepcionada de mi gente, de estas personas que habían hecho que pasara de las cuatro de la tarde a las ocho y media de la mañana metida en un carro, que se movía cada cuarenta minutos, unos diez metros. De esos egoístas que no permitieron que una ambulancia, llevara a un herido a tiempo al hospital. Al terminar, no sabía si había sido un sueño, una película o realmente habíamos pasado esa cantidad de tiempo atrapados, sin poder regresar o dar la vuelta.

EL CONTRASTE 

Llegando al IRTRA, el fin de semana fue muy agradable. Es una de las pocas instituciones que verdaderamente funciona en nuestra Guatemala, las cosas son lindas, la comida es rica, las reglas se cumplen y no se ve una basura tirada. Estando en el Xocomil, fue dónde me pegó. En ese lugar había todo tipo de guatemaltecos: trabajadores, empleados, empresarios, personas de todos los grupos socioeconómicos y todas las edades, compartiendo juntos en armonía en un lugar bellísimo. Probablemente un grupo que representa muy acertadamente nuestro bello país, sin embargo, la misma materia prima de las personas que nos hicieron trabarnos 17 horas en carretera. Y si era la misma gente ¿por qué está situación era tan distinta?



foto por Eventos Guatemala

La respuesta está en las leyes y en la autoridad que hace cumplirlas, Guatemala puede funcionar en lugar en dónde tirar basura te trae expulsión, en donde todos saben que para pasar un buen rato hay que ser respetuosos. El IRTRA, es una excepción a la regla de la famosa frase “en guate nada sirve”, sin embargo, no podemos contar con las autoridades que hay adentro, vigilando que todo esté en orden; en todos los lugares de nuestro país. Por el contrario, en la calle y en la vía pública, sin una autoridad a la vista; somos una masa de gente que sigue la ley del más vivo, que vela por sí mismo y que no puede pensar como comunidad. Esto debe servirnos de reflexión a todos, ya que debemos respetar las leyes y los límites de los demás, sin la necesidad de tener a la ley encima. Aprendamos a pensar como comunidad sin la amenaza de un castigo, porque si no podemos contar con la autoridad solamente depende de nosotros hacer de este país un lugar mejor. No perdamos las ganas de enaltecer esta nación más cada día, porque estamos hechos de lo mismo, tanto cuando las cosas salen bien, como cuando formamos nuestro propio caos. 

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