La tierra de los mensajitos de texto promocionales no tiene dueño, o mejor dicho, no tiene ley. Mensajes de texto que te declaran “GANADOR SIN COSTO” por tan solo Q3 diarios para participar en la rifa de miles de quetzales. Si es gratis ¿Por qué tengo que pagar? Si soy “GANADOR” ¿Por qué tengo que participar, acaso no dicen que ya gané?
Las telefonías lucran millones diariamente con estos mensajitos de texto con redacción ambigüa y mentiras (en un mensajito que recibí decía “SOLO A TI” así, en mayúsculas el descaro).
Y no digamos de las suscripciones fantasmas. Son todas las veces que tu número de teléfono está suscrito al “chiste sangrón del día”, por el cual jamás has recibido un solo chiste (ni sangrón ni normal) pero que se come tu saldo más rápido de lo que tardas en decidir a quien llamar. Llamás a la telefonía y ellos juran que fuiste tú quien se suscribió solo que “no te diste cuenta”.
El ejemplo se repite ad infinitum con todo el catálogo de suscripciones y tarifas. Nunca nadie supo cómo, pero estaba suscrito. Nunca nadie supo cómo, pero en realidad no era un “GANADOR”. Parece que en la tierra sin ley, el mensajito de texto es rey.
