EL MONJE QUE VENDIÓ SU TONER:  Lecciones de emprendimiento desde el monasterio imagen

Este caso enseña lo que hace un emprendedor: resuelve problemas y encuentra formas de lograr negocios ganar-ganar

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¿Se puede emprender aún cuando el fin no sea el enriquecimiento personal? El caso de Bernard McCoy nos demuestra que emprender es un estilo de vida, no una posición.

En 1995, cuando el Padre Bernard McCoy se mudó al monasterio Nuestra Señora de Primavera en Sparta, Wisconsin, tenía mucho más que hacer que rezar cinco horas al día: necesitaba conseguir dinero para que el monasterio siguiera funcionando. Con siete monjes trabajando a tiempo completo y un presupuesto anual de $175,000, era necesaria la presencia de un emprendedor para crear recursos donde no los hay.

McCoy, quien ha sido emprendedor de toda la vida, investigó y analizó posibilidades para agenciarse de fondos: construir un campo de golf en los terrenos del monasterio, el cultivo y venta de hortalizas y otros.

Recopiló una infinidad de estudios y comenzó a imprimirlos. Fue en ese momento, donde la inspiración divina se mostró. “¡Cuánto pagamos por toner!” “Seguramente otros monasterios y conventos tienen el mismo problema,” pensó McCoy. Pensó que si podía ahorrar dinero para su monasterio podría hacerlo para otros también. Empezó a buscar proveedores más baratos y a agenciarse de los primeros clientes, probando el concepto. Su discurso de ventas de centraba en cómo podía ahorrarles costos proveyendo del suministro más económico y cómo los clientes podían contribuir a obras de caridad con su compra.

Así, nace “LaserMonks”, o “Monjes Láser”, empresa que hoy gracias a sus márgenes sanos dona entre $25,000 y $125,000 al año a diversas obras de caridad, aparte de pagar por los gastos operativos del monasterio.

El negocio, una venta al retail por Internet de toner, tintas y suministros para fax y fotocopiadoras, por curioso que parezca, modela lo que los monjes hacían hace mucho. “Hace novecientos años mis hermanos estaban copiando manuscritos y haciendo sus propios papeles y tinta,” dice McCoy. “Yo estoy haciendo lo mismo, pero con más tecnología.”

Este caso enseña lo que hace un emprendedor: resuelve problemas y encuentra formas de lograr negocios ganar-ganar. Lo que podría parecer un problema imposible de resolver, la falta de liquidez del monasterio, se transformó en un negocio rentable para la sociedad y para el monasterio mismo.

¿Sabe porqué usualmente no emprendemos? Es difícil tener una visión a largo plazo del impacto que podemos tener en nuestro país y en el mundo en general. La visión a corto plazo y las dificultades que implica el emprendimiento hacen que caminemos la ruta de lo fácil y ordinario. Nuestro país necesita gente ordinaria con determinación extraordinaria. Personas que vean el mundo bajo la óptica de “sí podemos” y, particularmente “yo sí puedo”. ¿Cómo está usted? ¿Cree que puede resolver los problemas que otros ven así? Si su respuesta es “si”, ¿Qué espera para emprender? Nuestro país y el mundo lo necesitan.

¿Qué está haciendo hoy por alcanzar sus sueños?

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