Así como caen cuentazos de agua en la época de lluvia de Guate, caen los cuerpos heridos en combate durante esta nueva temporada de Game of Thrones. La séptima entrega de esta serie televisiva estrena este domingo 16 de Julio. Advierto que si no han visto nada de esta serie, este es un buen momento para dar una vuelta por el sitio oficial.
Para los que siguen leyendo y no se han interesado en ver la serie, me limitaré a decirles que se viene una avalancha de violencia desenfrenada mezclada con escenas de sexo pasional características de la saga. Claro que hay mucho más que eso. Cada individuo hace justicia a su contraparte en el material original y con ello ha podido crear una narrativa llena de personajes muy humanos en donde el bien y el mal se mide en una escala de grises. Aún, con estos dos rasgos que apelan a nuestros instintos más básicos, existe una tercera razón que cautiva a la audiencia: pocas series logran captar tan ávidamente lo súbito y crudo de la muerte. Si no me creen solo vean el avance:
Sobran los ejemplos de películas, libros y programas de televisión donde un personaje secundario inevitablemente muere, pasando los últimos dos o tres minutos de su muerte disertando sobre la vida y dando con su último aliento un mensaje crucial para que los protagonistas continúen con su aventura. Cualquiera que haya presenciado una muerte en el mundo real sabe que la muerte nunca es así. Nos toma por sorpresa y nos llega a todos tarde o temprano.
¿Ese personaje de buen corazón dispuesto a solucionar problemas? Decapitado injustamente. ¿Esta madre abnegada que vela por los intereses de los inocentes? Degollada. ¿Aquel fuerte cacique capaz de cambiar el mundo con su vasto ejército? Herido en batalla, traicionado y finalmente enfermo terminal. Todos deben morir algún día sin importar qué tan importante o inocua sea su presencia en la trama principal. La serie está al tanto de esto y nos lo recuerda constantemente.
La nueva temporada tiene más de todos estos elementos, pero a una escala más grande. Varios personajes clave han convergido en sus metas y todo apunta a batallas mucho más épicas y cruentas que las libradas hasta ahora. La serie finalmente ha llegado a un punto que sobrepasa lo contado en el material original de los libros. Esto ha dado cabida a varios cambios en el argumento pero nada que se merezca el odio de los seguidores. Incluso de mi parte, lo más que se han ganado es una que otra mirada de desdén. Pero la intriga, el misterio, la magia y todos los demás elementos que le dan vida al programa siguen ahí. El final de la serie será, por mucho, diferente a la de los libros, pero nada evita que los fans de Game of Thrones puedan disfrutar de ambas historias.
Mi única recomendación tanto para nuevos adeptos como para los fanáticos a la espera de la nueva entrega es la misma de siempre: No se encariñen de nadie.
