El comisario va a la universidad (3a. entrega) imagen

Wendy persignó al comisario. Le entregó su lonchera y salió a despedirlo a la puerta. Afuera, una patrulla manejada por Enio y copilotada por Fabio lo esperaba con el motor encendido.

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Episodio 1

Episodio 2

Colonia El Mezquital, una semana después

Wendy persignó al comisario. Le entregó su lonchera y salió a despedirlo a la puerta. Afuera, una patrulla manejada por Enio y copilotada por Fabio lo esperaba con el motor encendido, escupiendo humo blanco por el escape roto. Wenceslao caminó hacia ellos. Fabio le abrió la puerta trasera, Enio maniobró, saltó sobre túmulos y bocinó para que le abrieran las talanqueras que protegían la colonia.

—Este otro “accidente” sucedió en el bulevar del colegio Austriaco. Parece que la patoja se quedó dormida. El auto se desbarrancó. Ella murió en el acto. Esto confirma su olfato, comisario. Se trata de otra estudiante de esa universidad, próxima a graduarse de comunicación. Es la primera mujer víctima de esta promoción. Sinceramente, no creo que sea casualidad. Hay algo muy raro. Se me arruinó mi presentimiento, pues los nombres de los tres anteriores se parecen a los sobrinos del pato Donald, es decir Hugo, Paco y Luis, pero la de ahora lo friega todo. Su nombre era Juana D. Echeverría Berganza.

—Un momento, Fabio. ¿Cuál es el segundo nombre de la muchachita?

—Ya se lo averiguo. Espéreme un poquito.




Más tarde…

Arribaron al Palacio de la Policía, subieron las gradas de los tres pisos, saludaron a Julia, la secretaria del comisario, y se internaron en la sala de sesiones. Solamente hacían tiempo, pues la parsimoniosa pero efectiva secretaria realizaba una llamada al comedor del otro lado de la cuadra para ordenar tres desayunos con doble porción en todo. A los 10 minutos ya se encontraban en La Dolorosa. Desayunaron frijoles, huevo, avena, plátanos fritos y mucho café.

—Enio, revisemos otra vez la lista de la promoción fatídica. Al paso que vamos, no se va a graduar ninguno. Ya vimos que es mucha coincidencia que todos tengan algo que ver con el pato Donald. Lo del segundo nombre de la patoja, Daisy, es más que evidente. Tendremos que ponernos duchos para las caricaturas. Espero que no, pero frente a nosotros puede estar la próxima víctima.

—Fabio, ¿coinciden en algo las autopsias practicadas a los tres?

—No, comisario. En lo absoluto. Había algo raro en la sangre de Luis. Se trata de residuos de estricnina. Es un veneno que se utiliza para atacar plagas de bichos, como ratas. Sierra me expresó que pudo haber sido inhalado o tomado conscientemente, ingerido por accidente o que le fuera suministrado. Ya sé qué está pensando, comisario. Considera la última, ¿verdad?

Durante algunos minutos revisaron la lista de estudiantes, los resultados de las autopsias, repasaron los informes de Enio sobre las conversaciones con los graduandos. Había cierta y lógica incomodidad entre los estudiantes.

Wenceslao no pudo más. Les pidió que urgentemente solicitaran una reunión con todos los “sobrevivientes” de la promoción. Lo mejor era juntarlos en un aula de la universidad. Enio enfatizó que en breve se celebraría el acto de graduación, el cual estaría dedicado a sus cuatro compañeros fallecidos. Esa tarde iban a repasar la ceremonia.

Ilustración: Tenshi Arts 

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