El abuso que hay detrás de las cesáreas: violencia obstétrica imagen

Hoy puedo repetir las razones que me impulsaron a decidirlo y ninguna justifica haber sometido a mi cuerpo al riesgo de una cesárea.

Las opiniones e imágenes de este artículo son responsabilidad directa de su autor.

Hace unos días regresé del Congreso Internacional de Lactancia Materna que se realizó en Toluca, Estado de México. Entre las tantas ponencias, hablaron sobre la violencia obstétrica un tema que me toca muy de fondo.

Cuando estaba embarazada de mi hija deseaba un parto natural, se lo dejé claro al ginecólogo y hasta la semana 38 estábamos en la misma sintonía. Ya para esa fecha me había desesperado, no dormía, el calor era insoportable, me levantaba al baño a cada hora. Todo mi embarazo había sido una tortura y quería en el fondo de mi corazón acabar con eso lo antes posible.

En la clínica esa tarde, a unos minutos de finalizar la consulta le dije que estaba cansada, que si él me daba una justificación para operarme que posiblemente aceptaba, estaba aún temerosa de mi decisión.

No lo culpo por completo, yo le di las pautas para que tomara el estetoscopio y que fingiera un inicio de preeclampsia. Minutos antes me había dicho que todo estaba bien con mi presión. Yo también fui parte del mismo show y expuse a mi cuerpo a un bisturí que posiblemente no necesitaba.



Foto extraída de la campaña del grupo Las Casildas. lascasildas.com.ar

Esa noche me fui al hospital, sentía pena conmigo misma pero al mismo tiempo alivio de que se fuera a terminar el embarazo. Finalmente, me hicieron cesárea, no era lo que yo había deseado pero fue algo que consentí junto con mi médico. Lo acepto.

El horario lo puso él, tenía que ser tan temprano como se pudiera para que alcanzara a llegar a su trabajo en el Seguro Social. Una vez nació mi hija me la enseñaron por unos segundos. “Es una niña señora, mire” y se la llevaron inmediatamente.



No dejes que tu médico te mienta o que te diga frases que te hagan sentir con miedo.

Recuerdo que entre la náusea espantosa que me provocó la anestesia la verdadera tortura era escuchar el llanto de mi hija mientras la bañaban. Quería gritar pero no me salía ni una sola palabra era eso o vomitar en la sala de parto.

Quería decirle a mi esposo que se fuera con ella, que le hablara. Recuerdo que alguien me había dicho que la segunda voz que reconocen es la del padre. Pero no pude hacer absolutamente nada.

El ginecólogo me dijo que me darían un medicamento para que descansara, “Algo parecido a la morfina” fueron sus palabras textuales. Me quedé profundamente dormida mientras esperaba que las enfermeras decidieran en qué momento llevarme a mi hija. 

Yo también violenté mi cuerpo, decidí que me hicieran una operación que no necesitaba. Hoy puedo repetir las razones que me impulsaron a decidirlo y ninguna justifica haber sometido a mi cuerpo al riesgo de una cesárea.

A pesar de mi decisión, ahora creo que el rumbo de esa cesárea pudo haber sido diferente, más humana y más consciente de que ese momento no se repetiría jamás en nuestras vidas. 

Estadísticas en Guatemala

De acuerdo a la presentación de la Ley para prevenir y sancionar la violencia obstétrica en Guatemala, presentada el 16 de febrero de este año se justifica que:

“Estimaciones indican que en total el 20.1% de la población nace por cesárea. De los nacimientos en el sistema de salud pública, el 26.1% son cesáreas; en el Instituto Guatemalteco de Seguridad Social -IGSS- el 39.4% son cesáreas; en el sistema de salud privado el 57.9% son cesáreas; y, con atención de la comadrona únicamente el 1% son cesáreas. Estos datos ponen de manifiesto que en la mayoría de atenciones que brindan los prestadores de salud en el país, contravienen las disposiciones de la Organización Mundial de la Salud que recomiendan hasta un 15% de nacimientos por cesáreas”.

Cesárea humanizada

Estoy de acuerdo que cada mujer puede elegir el tipo de parto que desea, sabiendo las consecuencias que cualquiera de los dos pueden traer para su cuerpo.

Si tu decisión o la prescripción médica es justificable para hacer una cesárea es importante que sepas que la experiencia puede ser diferente.



Tener una cesarea humanizada es posible si exiges tus derechos. Foto: www.obstanatura.cl

Las prácticas actuales alejan a la madre de su bebé, algunos médicos amarran los brazos y las piernas de las mujeres como si existiera el riesgo de que salgan corriendo durante la cirugía.  Cada vez más son sometidas a medicamentos invasivos que no propician la cercanía inmediata con su bebé y por consecuencia pasan largos períodos de tiempo dormidas. También algunos protocolos médicos y hospitalarios no permiten la presencia de los padres en las salas donde se encuentran sus hijos, como si los bebés fueran de su propiedad. 

Cada parto es un momento único e irrepetible, es cuando finalmente madre e hijo tienen la oportunidad de entrar en contacto. Hacerse una cesárea no tiene porqué romper el encanto de ese primer encuentro. Si así lo deseas puedes solicitar disfrutar de ese momento al máximo, que no separen a tu bebé si está sano y no necesita cuidados especiales.

Video de cesárea humanizada por el Dr. Jorge Lomelí, México


En México, esta práctica es aceptada, pero ha llevado años cambiar los protocolos hospitalarios para que sea posible. “No ha sido fácil” dice el pediatra Jorge Lomelí, médico que ha impulsado el apego precoz y las cesáreas humanizadas en ese país.  

Me emocioné mucho al ver los videos mostrados en el congreso, madres que a pesar la cirugía tenían la oportunidad de recibir a sus hijos en brazos inmediatamente después del parto.

Hubiera querido que mi cesarea fuera diferente. ¿y tú? 

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