Comunidad Poqomchi´, olvidada y abandonada a su suerte en la selva cobanera imagen

La comunidad Poqomchi´olvidada y abandonada en la selva cobanera fue arrasada por la guerra interna, sus sobrevivientes se casaron entre familia, sus niños nacen con alteraciones genéticas

Las opiniones e imágenes de este artículo son responsabilidad directa de su autor.

A 210 kilómetros de la ciudad de Guatemala se encuentra San Cristóbal Verapaz, municipio de Alta Verapaz. Cuando termina el asfalto hay que recorrer algunos kilómetros de carretera de piedras y lodo, aunque la distancia no es grande, se dificulta pasar. Para movilizarse de una vivienda a otra hay que caminar otros kilómetros entre ramas, veredas y siembras. Lejos, muy lejos, queda una casa de la otra.

Muchos de sus habitantes fueron asesinados durante el conflicto armado interno, principalmente en los ´80, la población quedó en medio de la guerrilla y el Ejército. Al haber pocos pobladores eran y son frecuentes los casamientos entre familiares, razón probable por la cual en la región se reporta una alta incidencia de niños con labio leporino; esta condición puede darse por alteraciones genéticas, así como mala nutrición y falta de ácido fólico en las mujeres en edad productiva.

Algo importante es que el consumo de tabaco también puede propiciar el síndrome y la comunidad Poqomchi´ no es que fume mucho, sino construye pequeñas viviendas de madera y cartones, sus alimentos los cocinan con leña colocada en el suelo de tierra dentro del cuarto que también es dormitorio, generando humo equivalente a fumar dos cajetillas de cigarrillos diarios.



Los Poqomchi´s acostumbran cocinar en el suelo. Foto: R. Quezada. 


El humo generado al cocinar equivale a dos cajetillas. Foto: R. Quezada

Roberto Quezada, cineasta y fotógrafo estadounidense-guatemalteco, viajó alrededor de 4,233 kilómetros desde Philadelphia para reunirse con los habitantes de la comunidad Poqomchi´, llegó a Guatemala para registrar, con su cámara, la realidad y llevarla a Estados Unidos en busca de ayuda para quienes viven abandonados y olvidados por el Estado guatemalteco en aquella selva cobanera.



Roberto Quezada y el voluntario Rudy

Los voluntarios, héroes verdaderos

Roberto dejó Guatemala en 1952, vivió y creció en Los Ángeles donde se dedicó a la cinematografía haciendo y produciendo películas de terror, vivió en New York y actualmente en Philadelphia. Cuenta que un día estaba con Daniela, su hija adoptada de 24 años, y se encontró con una vecina quien le dijo: “Daniela parece guatemalteca”, a lo que él respondió: “Es guatemalteca”.

Aquella señora agregó: “Mi hija es dentista y viaja una vez al año a San Cristóbal Verapaz, junto con otros médicos para operar niños con labio leporino”. La vecina agregó que el grupo AVIS de Guatemala detecta a los pacientes que necesitan las operaciones, explicando: “Mi hija me contó que casos como el de un niño llamado Romeo hay muchos”.

Romeo nació con labio leporino y no podía comer. Se corrió la voz de la condición del niño dentro de la comunidad y llegó a oídos de Rudy Samuel, voluntario de AVIS, quien de casa en casa fue a buscar al menor, se hizo acompañar por un traductor, también voluntario. Cuando llegó, encontró al niño en la esquina de un cuarto, metido dentro de una cajita, su familia solo esperaba que muriera de hambre. Rudy lo llevó al Centro Cuaima de San Cristóbal (hospital) y el médico dijo que de llegar dos días más tarde hubiera muerto. Roberto al escuchar las historias de las poblaciones guatemaltecas se puso a llorar junto a su hija Daniela.  El niño tardó cinco meses para ganar peso y estar en condiciones para ser operado. Se le enseñó a la madre a darle de comer con mamones especiales y fórmulas de leche. Si estos niños no son detectados por los voluntarios, generalmente mueren de hambre.



Han pasado tres semanas de su operación de labio. Foto: R. Quezada

Davis W. Cunning es el dentista que junto a su esposa empezó a llegar a Guatemala para practicar las operaciones de forma voluntaria. Son 15 los médicos que se dividen en tres grupos y viajan dos semanas al año al país. La delegación también opera hernias. Todos los gastos son cubiertos por ellos. AVIS, por su parte, está constituida por cinco personas, cuatro guatemaltecos y un estadounidense quien vive desde hace ocho años en San Cristóbal Verapaz. También trabajan para obtener fondos y llevar estufas elementales a las viviendas, las cuales no calientan el ambiente, tienen chimenea por lo que evitan el humo en la casa y no contaminan. Se estima que bajarán el registro de niños con labio leporino. Además, gastan menos leña y sirven como mesa, pues los poqomchí´s se alimentan en el suelo de tierra. 



Las estufas artesanales tienen chimenea, no contaminan el ambiente. Foto: R. Quezada.

Los voluntarios también han colocado tanques elevados en las escuelas y purifican su líquido, pues la población también se enferma de infecciones gastrointestinales y parásitos. Frank, quien llegó de New York, se encarga en alimentar a los ancianos de la comunidad, como Rafa, un pastor que nació ciego y que se gana la vida cortando y vendiendo leña, camina dos horas cada domingo hacia la iglesia para llevar La Palabra. Venció la dificultad de su condición y utiliza perfectamente el hacha para cortar madera.



Pastor Rafa. Foto: R. Quezada




Como la comunidad Poqomchi´, hay muchas en Guatemala, las cuales están sumidas en la pobreza y la desesperanza. Roberto Quezada regresará a Philadelphia para conseguir US$5 mil, que le permitan comprar estufas y tanques elevados para los pobladores de Verapaz. Y nosotros, los chapines ¿qué haremos por nuestras poblaciones que, a pesar de todas sus adversidades, mantienen en sus niños su sonrisa?




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