Cementerio de mascotas imagen

La muerte y sus misterios. Si tuviera la oportunidad de traer a alguien de la muerte, ¿a quién elegiría?

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Hablar de Stephen King, de su legado literario en el campo del misterio y terror, es algo que no se puede evaluar a partir de las películas que se basan en sus libros. Es muy sencillo, las pelis son efectistas, superficiales y, por lo general, dejan de lado los principales elementos psicológicos incluidos invariablemente en la narrativa del célebre autor. En otras palabras, Hollywood tiene la maña de beneficiar la forma y no el fondo. Claro, con esos presupuestos tienen que vender sí o sí. Dos buenas excepciones de esta regla son “Misery” y “El Resplandor”, ambas actuadas por artistas de alto perfil.




“El Cementerio de Animales” o “Cementerio Maldito” es uno de los grandes clásicos de King. El título se suma a una más que afortunada lista de escritos entre los que relucen “La mitad Siniestra”, “Los Juegos de Gerald” o la propia “IT”, y como ya sugerí, juega con elementos psicológicos muy arraigados a partir de los miedos que poseen sus lectores. La aprensión a la muerte de un ser querido, los sentimientos de culpa, entre ellos, son el jugo que alimenta la trama de su narración. De allí que por más que nos asusten con el gato, los efectos sorpresa y otras chorradas patentadas para sobresaltarlo a uno en el cine, no consigan entrarle con seriedad a la verdadera oscuridad del original best seller.

La película, mala no es. Sin embargo, la versión de 1989 cuenta con algunas acciones que son difíciles de borrar de la memoria. Entre ellas la escena, en cámara lenta, de la muerte de Gage Creed ante la mirada horrorizada de su padre, Louis Creed, interpretado respetablemente por Dale Midkiff. No hay quien no contenga la respiración y quien comparta desde el corazón el dolor y sorpresa del atormentado padre. El proceso de su locura es resultado de un trabajo de método; o sea, de investigación y creación de personaje. Cosa que no logra Jason Clarke, el nuevo Louis Creed, en ningún momento de esta nueva versión. El otro momento inquietante de la versión del 89 es cuando el padre de Rachel Creed, madre del malogrado niño, pelea en el funeral con Louis y, en el forcejeo, tiran al suelo la caja del muerto y esta se entreabre mostrando la frágil mano de Gage.




En 1989, el desentierro del cuerpo del infante y la enajenación de Louis abrazando su cadáver en descomposición, legó imágenes imposibles de borrar de la memoria. Quizás estos elementos encontraron su verdadera esencia en la novela de King. Lamentablemente los efectos de aquella época la convierten en una película del tipo B, relegándola a otros planos menos dignos para la producción cinematográfica; cosa que no sucede con la del 2019, en que la tecnología está al servicio del director. 




Hay que leer, no hay otro modo de nutrir la imaginación. La literatura de Stephen King, repito, no se puede calibrar desde lo que los productores de cine proponen. El escritor, en realidad, analiza sus personajes y los aterriza en el universo de lo creíble a partir de lo fantástico con sentimientos reales. Algunos de esos personajes, de una nobleza pura y otros oscuros, rastreros e impredecibles. “Cementerio de Mascotas” podría quitarle el sueño y las ganas de dormir solo.

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