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Para todo trabajador es fundamental percibirse como elemento útil y creativo. Ser una fuente de consulta y resolución de problemas, le perfila como entidad eficiente y eso le da seguridad de su importancia dentro de la empresa. Resolver con éxito las dificultades planteadas desde el encierro, superar lo tecnológico y sentirse apreciado por conservar su posición corporativa frente a tantos otros empleados que hoy están suspendidos, cuando no despedidos, no tiene precio para el equilibrio personal.

Es una realidad, muchas costumbres han cambiado. La tecnología tomó lugares insospechados en nuestras vidas: reuniones familiares por las distintas plataformas, clases virtuales, conferencias, capacitaciones, reuniones de trabajo y una sumatoria de eventos inesperados, empiezan a rebosar el equilibrio emocional de algunos trabajadores. Esto, porque han visto invadida su privacidad y, en algunos casos, desbordados los horarios que antes estaban destinados al ocio o al descanso.



La nueva normalidad es tecnológica. Esta ha llegado para quedarse y, al mismo tiempo, para imponerse. Si no tienes la capacidad de entenderla, te quedaste fuera. No hay un plan b. En algunos casos la demanda de cursos y capacitaciones está llevando a algunos ánimos al terreno de lo exhausto. Algunos asalariados están empezando a tambalear, ya que sus horarios se han extendido más allá de las ocho horas que indica la ley. Otros, sienten desasosiego por la necesidad de estar acompañados, socializar y abrazar más allá de su núcleo familiar. Los maestros, que han tenido que reinventarse, se quejan del tiempo frente al computador tratando de motivar niños y jóvenes, que, a su vez, están atrapados entre las cuatro paredes de su casa y sin la posibilidad de interactuar con otros muchachos de su edad.

Aunque quizás no es norma, grandes empresas mandaron a sus trabajadores a casa, desmontaron sus oficinas y cerraron los locales de modo permanente. Si algo nos demostró la pandemia fue que es más barato que el laborante utilice su computadora, internet, luz, teléfono y café, que mantenerlo agrupado en las compañías consumiendo recursos. Desde esta perspectiva se acabaron una serie de protocolos que iban desde el personal de limpieza hasta los de seguridad, pasando por otra serie de ahorros que el empresario agradece. Entre ellos, la compra de materiales y papel, clips, lápices, lapiceros y sigamos sumando.



Las plataformas, inclusive, cuentan con oficinas virtuales que contemplan archivos, inventarios y otras ventajas que siguen ahorrando espacio. Pero de nuevo, esta nueva inercia ¿cambiará el perfil social del guatemalteco? ¿Nos volverá tan ermitaños que ya no necesitemos reunirnos con nuestra familia y amigos? El estrés que nos está provocando este estilo de vida ¿qué consecuencias nos traerá en el futuro? ¿Qué otras libertades y derechos tendremos que sacrificar? Cuénteme ¿cómo lo ha afectado la nueva normalidad?

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