Amor de lejos…Felices los 4, 5 o 6, ¡mentira! imagen

El amor a la distancia es una dura prueba y también tiene su lado bueno, sí aunque no lo crean. No es sinónimo de infidelidad cuando hay confianza y una conexión verdadera ¡todo es posible!

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El amor a la distancia es una dura prueba, también tiene su lado bueno, sí aunque no lo crean. No es sinónimo de infidelidad cuando hay confianza y una conexión verdadera ¡Todo es posible! Pueden ocurrir traiciones, en mi caso he convivido con un hombre bueno y respetuoso. Aun así, los días se vuelven eternos, las agujas del reloj pasan lentamente, lo que me ha llevado a pensar que mucho resolvería que inventaran un teletransportador, una alfombra mágica, o la escoba voladora para llegar a la velocidad del rayo a donde quiero.  

Al conocernos en París, Francia, Tomas (sin tilde) y yo éramos amigos, aunque ya había coqueteado conmigo, estaba consciente que un noviazgo a miles de kilómetros es complicado. Cuando nos juntamos la primera vez, él me veía con ojos de “no serás solo amiga”, a lo cual yo me hacía la loca, porque le huía a comprometer mi corazón con la lejanía, esa no era mi intención.

Cuando regresé a Guatemala, estaba segura de mi amistad con él, pero con el tiempo, su insistencia a lo Pepe Le Pew (aquel zorrillito, de nacionalidad francesa, de la serie animada de los Looney Tunes) logró convencerme y ganar mi cariño. El pañaludo de cupido me flechó en el momento que menos imaginé y aunque sabía los riesgos, dije sí.




Empieza la travesía amorosa

Llevar un noviazgo a distancia con la ayuda de Skype, WhatsApp, es difícil, lo reconozco, porque eso de estar sin contacto físico, es para valientes, ya ni recuerdo las veces que he suspirado por su ausencia. Sé que muchos han pensado que estoy loca, que no vale la pena, entre tantos comentarios, pero para mí ha sido una de las experiencias que más ha formado mi carácter y paciencia. Incluso lejos puedo sentir su aroma, preocupaciones, alegrías y amor, de las situaciones más misteriosas que existe en la vida. 

Al siguiente año de encontrarnos, visité otra vez la Ciudad de la Luz y Rouen para reunirme con el francés, y ese reencuentro estuvo lleno de emoción porque por fin dejaba a un lado las odiosas pantallas de la computadora y celular. Pasé días inolvidables a su lado y redescubriendo aquel bello país, pero para mí lo esencial era su presencia y conocerlo más. Cuando llegó el momento de retornar, ya no fue como la primera vez, ese día me sentía triste dejarlo y volver a una realidad de una relación lejana. En aquel instante me encontraba como un personaje de animé japonés, de algún libro de Isabel Allende o de Haruki Murakami, así de irreal, pero había que acostumbrarse.

Aún sigo con él porque ni el mar que hay que atravesar hasta donde vive, el idioma, o el tiempo han evitado que deje de amarlo. Además, el respeto y la confianza de ambos han podido fortalecer este gran desafío amoroso. Y la pregunta del millón para algunos parientes, amigos y demás es ¿cuándo vendrá? ¿Se casarán? Etcétera, etcétera, mi respuesta es todo a su tiempo, ya que solo uno, o en este caso la pareja, conoce sus razones. Y como dice un refrán “sorpresas te da la vida, la vida te da sorpresas”. 

Nunca hay que temer amar, ¡hay que atreverse a romper las barreras! Sigue tus emociones y disfrútalas. 

Foto de portada: Pinterest 

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