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Estacionó el carro frente a la casa de su abuela, ese día la invitó a almorzar y ella fue emocionada a visitarla como lo hacía en otras ocasiones.

Al llegar al lugar vio por los retrovisores y a los costados, no había nadie sospechoso. Siempre toma ciertas precauciones por los peligros de la Ciudad de Guatemala.

Pero a los cinco minutos inició la primera de sus pesadillas. Ingresó a la vivienda y detrás de ella un tipo con arma de fuego la amenazó de muerte y le pidió las llaves de su carro, ella por un instante dudó de entregárselas, pero en forma violenta el delincuente se la arrebató.

¡Quítales también el celular! Le gritó otro hombre.

¡Puta si estamos aquí hay que huevearle todo lo que podamos!

Ambos salieron apresurados, se subieron al automóvil y huyeron rumbo al sur de la capital en el Toyota Yaris, color blanco y modelo 2008, con un celular, tarjetas bancarias y documentos de identificación de la víctima.

La escena de terror se registró en mayo pasado en la zona 12 y no duró más de dos minutos, tiempo suficiente para los ladrones.

La segunda pesadilla

Como siempre le pasa a cientos de personas en este país, la Policía Nacional Civil (PNC) se tardó más de media hora en llegar, luego que fueron llamados.

Los agentes preguntaron: ¿Cómo eran los ladrones? ¿Cuántos años tenían? ¿Qué calibre era las armas? ¿Cómo estaban vestidos?

Esas interrogantes que dan respuestas y que solo sirven para anotarlas en las agendas de los policías, pero que seguro no servirán para la investigación (si es que la hay).

“Yo pensé que irían a buscar rumbo al lugar que huyeron los tipos o que llamarían más patrullas, pero no”, dijo Silvia.

Agrega para eso mejor ni hubieran llegado, “pues después tuve que ir al Ministerio Público a poner la denuncia”.

La segunda pesadilla

Esa misma tarde acudió al Ministerio Público (MP) a contar de nuevo la historia. Esperó más de 40 minutos y salió con una hoja en la que estaba su caso.

Después de eso ha regresado dos veces más al MP a ratificar la denuncia. Sobre su carro ni señas, incluso, un auxiliar fiscal le dijo que ya había solicitado una orden para pedir las grabaciones de las cámaras municipales del sector, pero hasta el momento no ha obtenido respuesta.

Pero tampoco los trabajadores del MP han ido al lugar a recabar evidencia o verificar si hay cámaras privadas cerca de donde fue el incidente.

Del robo ya pasaron más de 15 días y, según el laborante del MP, tiene que esperar para ver si logran documentar algo de su caso, pero no le dijo en cuánto tiempo, ni le dio esperanzas.

De acuerdo con datos de la PNC, en la Ciudad de Guatemala, se roban unos 15 vehículos diarios y, por lo menos la mitad de esos casos de manera violenta. La mayoría nunca aparecen, pues son desmantelados.




Tercera pesadilla

Como su Documento Personal de Identificación (DPI) le fue robado tuvo que ir al Registro Nacional de las Personas (Renap) a pedir una reposición, lo único que consiguió fue una hoja de papel bond con la solicitud, pero su documento se lo dan talvez en un mes.

Ahora debe andar con esa molesta hoja para todos lados. Recuerden que el Renap tiene indocumentados a miles de guatemaltecos, ya que por falta de material no están imprimiendo el DPI y ya lleva varios meses el retraso en la entrega.

Cuarta pesadilla

Lidiar con el seguro, eso también requiere tiempo, paciencia y carácter, pues las aseguradoras trabajan a su ritmo y sin prisas. Los cobros mensuales sí son puntuales.

“Solo faltó que me pidieran qué marca de aceite tenía el motor”, cuenta molesta Silvia.

La tarjeta de circulación iba dentro del carro cuando se lo llevaron, así que tuvo que hacer una serie de trámites para obtener otro documento.

También debió presentar solvencias de tránsito de varias municipalidades y no solo originales, además electrónicas.

Silvia utiliza su automóvil para trabajar, por lo que le pidió al seguro que le prestaran uno para poder movilizarse, mientras le pagan, pero la respuesta fue no.




Quinta pesadilla

¿A quién le gusta ir a la SAT?, seguro que a nadie.

Silvia también debió acudir a solicitar una serie de documentos que van desde el Registro Único Tributario (RUT) hasta varios formularios relacionados a la inactivación del carro.

Para hacer eso se tardó más de una semana y fue todos los días a la SAT.

“Mi jefe ya no me quiere dar permiso y todo esto me ocasiona muchos problemas, tanta burocracia”, mientras cuenta todo ese martirio empieza a llorar.

Sexta pesadilla

Tuvo que ir a la Calzada Aguilar Batres por una solvencia de la PNC, pero el día que lo hizo no había sistema, así que tuvo que regresar al siguiente día.

Los ladrones, la PNC, el MP, la SAT y aseguradora le han hecho vivir varias pesadillas, según relata la propia afectada.

Al momento de escribir este relato ya casi un mes del asalto y los problemas de Silvia aún no terminan, también está sin tarjetas bancarias.

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