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Nadie se salvaba, el poco espacio que había para caminar hacía que los cuerpos se toparan unos con otros y sus aromas se mezclaran. El olor a pollo frito, a carbón y el agua sucia, que dejaron los platos del comedor, se mezclaban en una armonía perfecta con la música del reggaetonero Ozuna.

Así, aroma, color, calor humano y los automóviles estacionados eran el escenario diario de la 1a. Calle. “Muchos de los vendedores hasta sacaban parte de sus locales a la acera para atraer más clientes”, recuerda Alex Ovalle, vocero de la comuna.




En la precaria comunidad del occidente del país las cosas parecían haberse detenido en el tiempo, menos sus pobladores. Sus angostas calles y malogradas estructuras, al igual que su rompope, que desde 1895 se fabrica en el lugar, guardaban el mismo sabor “añejado”.




Era hora de un cambio, de transformar a la comunidad, recuerda Ovalle. ¿Pero cómo llevar a la modernidad a una población con costumbres tan arraigadas como sus tejidos?

La respuesta vino, podría decirse de un modelo a 104 kilómetros de distancia, del paseo de la Sexta en la capital guatemalteca. Pues, si bien es cierto la “Sexta de Guate y la 1a. Calle de Salcajá” son diametralmente diferentes, algo las unía “el caos y el desorden que la falta de control municipal había provocado”, asegura Ovalle.

Durante 4 meses y con Q2.5 millones en la mano, su alcalde Miguel Ovalle, inició el proceso de homologación. “Los 200 metros se remodelaron y reacondicionaron para hacer más atractiva la calle y regular el tránsito vehicular”, comenta Ovalle.

Con color a Rompope

Anclada a sus lados por tiendas de venta de hilo, tejeduría, abarroterías y una que otra heladería, la 1a. Calle de Salcajá debía sufrir una transformación masiva. “No más ventas callejeras, vehículos estacionados o paso del transporte urbano, se hacían necesarias para el ambicioso proyecto”, afirma Ovalle.




“El toque final y la uniformidad en los colores se ha logrado tras convencer a los comerciantes de ya no pintar sus paredes con marcas de gaseosas o empresas de telefonía, para que se vea bien”, sostiene Ovalle.

La comuna ha llevado las medidas un paso más allá y hasta ha prohibido los rótulos bandera, esos salientes horizontales que obstruyen la vista del peatón. Hoy, en la primera calle de Salcajá los colores rojo, naranja o cualquier tono brillante quedaron fuera de las opciones.




Salcajá quiere que, al igual que en su rompope, los colores que dominen en esta primera fase del proyecto turístico sean los cremas. “Amarillo colonial, blanco suave o incluso blanco hueso son la preferencia de los diseñadores del proyecto”. 

Fotos cortesía de Municipalidad de Salcajá, Quetzaltenango. 

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