DISCORDIA O CENSURA imagen

A veces me pongo a pensar si en realidad no será que el arte nacional (arqueológico, colonial o contemporáneo), no estará siendo objeto de una censura solapada.

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DISCORDIA Y CENSURA. Por Guillermo Monsanto

Las últimas dos semanas, bajo los títulos Muestra antológica y la Manzana de la discordia, he compartido con ustedes una exposición que insisto vale la pena visitar. Llena de variantes y peculiaridades, la pinacoteca que se exhibe en la sala Marco Augusto Quiroa, crea un mapa de intereses, premisas y conclusiones, que perfilan el entrecruce de las generaciones del cuarenta y del cincuenta. Los primeros como maestros y los segundos como autores emergentes. Dos grupos que, en pocas palabras, definen la última etapa del modernismo local.



Foto: Víctor Manuel Aragón

En un ejercicio, sacado de la manga, publiqué en mis redes sociales algunas fotografías de las pinturas y esculturas seleccionadas para este encuentro y me topé con una cruda realidad. Salvo los de la foto, los que coleccionan o quienes han tenido que ver con la cultura artística y que son muy pocos, el resto no posee las herramientas para poder descifrar las profundidades de una estética que ya no se ocupa del paisaje o los trajes regionales. De hecho, nos encontramos frente a una sociedad que no logra captar las diferencias entre la obra de Alfredo Gálvez Suárez, Antonio Tejeda Fonseca o Humberto Garavito y la maquila que se ofrece en las carreteras del país.



Foto: Juan Antonio Franco

No hay legibilidad y, con esta pérdida, no hay encuentro ¿será por ello que los artistas productores no existen en el imaginario del chapín? De la malograda trivia, la mayoría de los que sí sabían, como en una lotería, empezaron a probar con todos los onomásticos acumulados en el repertorio de su memoria. Sabían nombres, sí. Lamentablemente este ejercicio lo único que consiguió fue subrayar ese vacío que domina el escenario educativo del país. De nuevo me toca arremeter contra la incompetencia de los dos ministerios a cargo de la formación del guatemalteco. Porque, aunque el universo del arte parezca superfluo, el gusto es algo que se forma o se deforma, nos hace mejores y, con los pálidos esfuerzos de estos paquidermos rosados, Guatemala es hoy una sociedad soterrada por la ignorancia y la violencia; sin historia y por ende con sus valores en blanco. Y eso que solo estoy hablando de arte.



Foto: Arturo Martínez

A veces me pongo a pensar si en realidad el arte nacional (arqueológico, colonial o contemporáneo), no estará siendo objeto de una censura solapada. Con qué intenciones. A saber. Cómo es posible que un artista de la dimensión de Juan Antonio Franco, por poner un ejemplo, sea objeto de un desarraigo tan fuerte ¿fue por la censura a la que fue sometido su trabajo en los años cincuenta? Su impronta está literalmente ausente en el prontuario del arte y como él, muchos otros de los incluidos en esta manzana de la discordia.|  

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