Ser médico durante una tragedia en Guatemala imagen

Rolando, Pedro y Guillermo han decidido entregarse a los demás, sin importar los días, la cantidad de turnos o el trabajo sobrehumano que exija cada jornada dentro de este albergue.

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Más de 1 millón de afectados, más de 70 muertos, incontables desaparecidos y muchos, muchos quemados. Desde niñas con quemaduras en el 60 por ciento del cuerpo, hasta aquellos con las vías respiratorias destrozadas. El inicio de la tragedia el 3 de junio de 2018 estuvo marcado por la imparable labor de los héroes sin capa. Rescatistas, bomberos, miembros del ejército, veterinarios, policías; así como médicos que tuvieron que improvisar y sin ningún equipo médico, cumplir con su juramento de salvar vidas.

Cada segundo era crucial. La vida de decenas de personas dependía de la atención primaria que dieran los médicos en el área de impacto de la erupción, previo a trasladar a cada uno de los heridos a hospitales. Pero también tomaron un papel importante los médicos que quedaron dando atención a los damnificados en los albergues. Uno de estos héroes es Rolando Obiols, médico del albergue de Alotenango, quien cuenta a Relato que su labor ha sido más que nada en atención médica, nutricional y psicológica. “Desde el inicio vimos que los guatemaltecos no solo ayudaban con donaciones sino con voluntad. Iniciamos una pequeña clínica dentro del albergue con Pedro Ayau y Guillermo Sánchez, dos amigos médicos. Además, formamos una especie de base de datos con todos los médicos voluntarios, con el objetivo no solo de organizar la labor de cada uno para esta ocasión, sino de tener un archivo para futuras emergencias”.




Los pacientes heridos de gravedad fueron trasladados a los distintos hospitales en Escuintla, Sacatepéquez y la capital, “nosotros nos quedamos atendiendo en este albergue que tiene al menos 600 personas. No puedo explicar lo movido que es un día, ha sido tanto el apoyo que pasamos de fiesta todo el tiempo. Cada hora ves entrar a una nueva organización o empresa con una actividad nueva para los albergados. Lo que con mis amigos médicos nos preguntamos es ¿qué pasará cuando esta fiesta se acabe? Es muy lindo pensar en todas las personas que han colaborado y estamos seguros que el estado emocional de los afectados sería muy distinto sin ellos. Sin embargo, debemos ser realistas y comenzar a pensar a largo plazo para que estas personas no sufran un trauma porque nos da la impresión que muchos aún no caen en la cuenta de lo que está pasando porque son tantas las actividades que simplemente no les da tiempo de sentarse a pensar”.

El apoyo también contribuyó a que no faltaran insumos. “Nosotros en ningún momento hemos tenido necesidad de improvisar, hemos podido atender a todos los pacientes y sus necesidades a cabalidad. Eso sí, hemos estado cuidando mucho que no se genere ningún virus o enfermedad transmisible porque si se le pega a uno, se le pega a todo el albergue. Debemos tener muchísimo cuidado y creo que eso es parte de los grandes retos que tenemos como profesionales”.




Para Rolando tomar precauciones es lo más importante, “nosotros como médicos, aunque se nos esté partiendo el corazón no podemos dejarnos llevar por las emociones todo el tiempo, debemos buscar soluciones, visualizar a largo plazo y eso es lo que ha hecho que todo en este albergue se haya movido de forma tan positiva. Debemos estar concentrados todo el tiempo y atendiendo las necesidades de todos los albergados para garantizar que nada se salga de nuestras manos. Pero sí, es cierto que hay momentos y personas que atiendes o con las que interactúas cuando vas a dar una vuelta al albergue y sales de tu zona de trabajo, y te das cuenta que a pesar que no tienen nada, son personas tan agradecidas con la vida”.




Rolando, Pedro y Guillermo han decidido entregarse a los demás, sin importar los días, la cantidad de turnos o el trabajo sobrehumano que exija cada jornada dentro de este albergue. Para estos médicos no solo ha sido una experiencia profesional sino de aprendizaje para la vida. Su trabajo permitió que muchas personas permanezcan en vida física y emocional; y hoy, Guatemala les agradece por su interminable entrega y amor a los demás. 

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