Ni las iglesias se salvan de la extorsión imagen

Comerciantes, pilotos de buses, dueños de casas y hasta los párrocos de las iglesias son víctimas de extorsión.

Las opiniones e imágenes de este artículo son responsabilidad directa de su autor.

Las iglesias son lugares de oración, caridad, humildad, pero ahora son para cobrar la extorsión.

La inseguridad ha llegado a cada uno de los lugares que se le ha permitido. Durante la semana eran muchísimas las noticias de ataques armados, varios por no pagar la extorsión.

En la zona 5 capitalina, hay una iglesia católica, que aún no está en una denominada “zona roja”, pero ya está siendo víctima de una de las peores amenazas “la extorsión”.

Era un martes por la tarde y el sacerdote *Diego estaba en la oficina parroquial, cuando de pronto llegaron 2 jóvenes, uno iba vestido con una playera roja, pantalón de lona y tenis, el otro portaba una pantaloneta negra, tenis y una playera azul. El párroco pensó que llegarían por información, pero no era lo que buscaban.

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El muchacho de gorra le entregó un teléfono celular, el otro le dijo al padre que si no contestaba le pasaría algo peor. Los jóvenes se fueron y él quedo muy sorprendido.

Pasaron varias horas y el teléfono no había sonado, de pronto ingresó la llamada. Era un hombre que le dijo: “Mirá pues, aquí estamos hablando claro, te hablo con respeto porque sos religioso, pero tenés que darme Q10 mil de entradita, para que no te haga nada a vos ni a los que llegan los domingos”.

El religioso muy temeroso le dijo: “Yo no tengo ese dinero” y el maleante le respondió: “Mirá dejate de huecadas que con todo el pisto que recibís los domingos bien me lo podés dar”. El insistió que no tenía esa cantidad.

De pronto, el delincuente le dijo: “Mirá pues cerote o me das el dinero el sábado por la tarde, o el domingo en la misa de las 6 de la tarde, te paso rociando a vos y a tu gente de balas”. El sacerdote le dijo que no podía conseguir tanto dinero y tan rápido, entonces el maleante le respondió: “Mirá si estás pensando meter a la Policía en esto hazlo, pero esos nos hacen los favores”.




El sacerdote se puso muy nervioso y le dijo que vería qué podía hacer, pensó en denunciar la extorsión, pero por lo que ya le habían dicho, se quedó callado.

El sacerdote empezó a reunir los ahorros de la parroquia con el que se suponía construirían un salón para actividades religiosas dentro de la iglesia, pero eso quedaría en un sueño, pues los planes de los delincuentes eran quitárselos.

Llego el sábado de la entrega del dinero y allí llegaron los mismos muchachos que habían llevado el teléfono. El sacerdote le entregó el dinero y los jóvenes se fueron.




A la hora que se habían marchado, ingresó una nueva llamada en el celular, que ya antes le habían dejado, era el mismo tipo que le pidió el dinero y le dijo: “Qué bueno que cumpliste porque si no mañana hubieras sido noticia, mirá pues cerote ahora las cosas van a quedar así, me das Q1,000 semanal, si no lo hacés ya sabés lo que va a pasar”.

El cura tiene miedo, pues ahora tiene que dar ese dinero cada semana, si no lo hace puede que las consecuencias sean fatales.

Algunos feligreses a los que él les contó, le sugirieron que denunciara la situación, pero él sigue con temor.

A diario se reportan más de 100 denuncias por extorsión a nivel nacional, pero el número de la amenaza es mayor, pues algunas personas no las denuncian.

*Diego es un nombre ficticio, por seguridad del sacerdote se decidió cambiar el nombre y no indicar dónde se encuentra específicamente la parroquia. 

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