Daniel forma parte de la comunidad LGBTI, sin embargo hizo algo que no lo hizo feliz para no perder su herencia.
Lo descubrió a los 13 años. Estudió toda la secundaria en Estados Unidos y un amigo bisexual lo indujo a que pusiera a prueba sus verdaderos gustos. Así fue como lo descubrió.
“Jugamos a la botella pero la verdad es que las niñas no besaban tan bien como los niños y como se valía de todo, pues me empecé a sentir muy atraído por los niños que estaban en la fiesta” , comenta Daniel.
Su orientación sexual se mantuvo en secreto muchísimos años ya que trataba de que esto no se notara, por miedo a la reacción de sus padres. “Tenía mis propios métodos para callarlos y afortunadamente funcionaban siempre” indicó el joven, refiriéndose a quienes lo amenazaban con contarle a su familia sobre su inclinación sexual.
Daniel tuvo varias novias en el transcurso de los años “para taparle el ojo al macho” decía pero siempre encontraba a hombres con quienes pasar el rato. Trataba que los encuentros ocasionales fueran con distintas personas para evitar enamorarse y crear sospechas en su familia.
“Mi círculo familiar tiene bastante dinero. Tienen empresas por diferentes países y el dinero no es un problema para nosotros, pero les repugna la comunidad LGBTI”
El joven llegó a los 28 años y los padres le insistían que debía casarse. Llevaba 3 años de relación con Karina, que vivía muy enamorada de él y lo consideraba la persona más perfecta de la Tierra.
“Me asusté, en un momento en la mesa hicieron una broma de que no me casaba porque era gay. Todos rieron hasta que vieron mi reacción y, desde ese día, comenzaron a tratarme diferente” , afirma Daniel.
Se casó. Karina estaba muy feliz y él se sentía tranquilo de cierta forma al saber que su herencia estaba asegurada y era intocable.
“Yo no soy feliz y sé que el dinero tampoco logrará hacerme sentir así, pero puedo perder todo con una sola confesión. He hecho mi propio dinero pero no es lo mismo. No viviría igual.”
Ese no fue el más grande problema al que Daniel se enfrentó, lo peor que le pasó, aseguró él, es que se enamoró de un compañero de trabajo que también era gay.
“Intimamos un par de veces pero él también se había enamorado de mí y comenzamos a salir a escondidas. Yo la verdad no lo considero infidelidad porque no estoy enamorado de mi esposa” , anota el joven.
Los amantes siguen viéndose, Daniel lleva 8 años de casado con Karina y 3 siendo novio de su compañero de trabajo. “No sé cuánto aguante pero hasta no tener un cien por ciento mi herencia asegurada, seguiré siendo heterosexual”, finaliza Daniel.
¿Cómo afecta esto a la mente?
La psicóloga Amelia Méndez indica que puede tener varias secuelas no confesar algo importante a los familiares, como lo es la orientación sexual. Esto hace que la mente envejezca por no tener la capacidad suficiente de contar un secreto o algún tema de alto impacto.
“No todos las familias reaccionan de la misma manera ante una noticia como esta. Depende siempre de la generación y de cómo los padres absorben la vida cotidiana. Si son más flexibles o se atienen solamente a su burbuja” indica Amelia.
Y esto no solamente puede afectar a la persona sino también puede tener repercusiones negativas en la pareja volviendo el ambiente mucho más tenso y pesado por la simple actitud que Daniel pueda presentar en el futuro.
¿Qué hacer en ese caso?
Según la psicóloga, lo mejor es la confesión. “Puede que le cueste la herencia y eso fue parte también de todo lo que soportó con el secreto: su objetivo de asegurar la herencia. Pero también trae consecuencias como un envejecimiento prematuro, ansiedad, e incluso, puede también afectar en la intimidad.”
No necesariamente debe hacerlo de una manera precipitada, debe encontrar un momento en el que la familia esté tranquila y sin ningún estrés sobre ellos. Debe usar el tono adecuado y no sonar alarmista. Pueda que de esta forma tenga éxito en su confesión y en la reacción de sus familiares.