Extorsiones, el mal de los haraganes que les quita la vida a los guatemaltecos imagen

“Olimpia“ creció en Villa Linda, pero durante su infancia todo era distinto. Ahora, en su adultez debe trabajar para pagar las extorsiones.

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Vivió toda su niñez en Linda Vista, Villa Nueva, luego se casó y mudó al centro del municipio. Como toda familia guatemalteca buscaba una mejor calidad de vida. Hoy, “Olimpia” (por seguridad se ha cambiado el nombre de la víctima) vive para pagar la extorsión.  

Todo empezó una mañana, cuando la mujer de 54 años se preparó para vender unos desayunos cerca de una maquila. “Me he dedicado a esto alrededor de 4 años. De lunes a viernes me levanto a preparar los menús para generar un poco de dinero”.

“Con la venta me mantengo y también ayudo a mi hija a cuidar a mis nietos, mientras ella trabaja”.

Panes con pollo, arroz con leche o café son parte de los menús que “Olimpia” prepara para mantener sus gastos. Ahora, su pequeño puesto se ve afectado por pagar la famosa extorsión. Hemos oído de que las personas en el municipio sufren de la extorsión, comercios, casas o incluso en el transporte público. Uno nunca se imagina que algún día le tocará pagar dicho sueldo como le llaman estos delincuentes para vivir”. “Una mañana desperté y mi puerta estaba marcada con un símbolo”.

Por protección a la víctima, “Olimpia” pidió no poner fotografías de ella y su hogar. “En los 49 años de residir en Villa Nueva, no me había pasado esto”. “Muchos conocidos dicen que puede ser alguien que nos conoce o sabe que vendo desayunos. No lo sabremos, por el momento solo queda pedirle a Dios que no suceda nada malo”.



Foto de representación

Con resignación, a “Olimpia” solamente le queda seguir trabajando para no poner en riesgo su vida y la de sus seres queridos. Ahora debo trabajar el doble para sacar ganancia y pagar los Q350 semanales para estos extorsionadores”.

Cada vez más los habitantes de las colonias de la ciudad capital se ven afectados, porque para los delincuentes extorsionar lo consideran un “empleo”. Para ellos, es normal, porque no saben hacer otra cosa que robar y afectar a las personas honradas y trabajadoras”. “Lamentablemente, por el miedo uno deja que ellos se aprovechen”, menciona Olimpia.

¿Una denuncia puede cambiar todo? Por mi seguridad no les puedo contar mucho más, solo espero que esto acabe muy pronto”.

Así como a “Olimpia”, miles de guatemaltecos se ven perjudicados por la delincuencia, que en lugar de disminuir aumentan los malhechores que buscan cómo conseguir dinero gratis. 

No es el único caso

Anita Pacheco Quino, de 48 años, también sufrió el mismo problema. Ella era dueña de una venta de tortillas, ubicada en la 1a. calle de la colonia Ferrocarrilera, zona 2, de Escuintla. En marzo, los pandilleros la asesinaron enfrente de su pequeño puesto, por haberse rehusado a pagar los Q400 de la extorsión. Según los familiares, los delincuentes le exigían esta cantidad cada semana.



Foto: Google 

Marcas en las casas o llamadas a los celulares son algunas de las tácticas que los extorsionadores utilizan para generar temor y así cometer el delito. 

El portal InSight Crime y Global Initiative muestra los reportes que los pilotos de camiones de basura, tenderos y los dueños de locales son los más frecuentados por los pandilleros e imitadores.

Ver investigación: Los negocios pequeños de Guatemala: una mina de oro. 

La Policía Nacional Civil, durante el 2018 ha recibido 8 mil 672 denuncias. De lo que va de 2019 ya suman 1,793 denuncias.

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