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Es la ciudad más diversa y controvertida del país. Donde señoras que se persignan una docena de veces al día y hippies que pasan hasta ocho noches sin bañarse, conviven en armonía.

Todos se aman, se quieren, se respetan, hasta que el efecto de la droga pasa o el rezo termina. Y es allí donde la verdadera Antigua Guatemala, la que todos sus vecinos llevan dentro, sale a la luz.

Y una muestra de la tolerancia “relativa” de los antigüeños se volvió a manifestar hace unas semanas con un atentado a las tradiciones lugareñas.




Se llevaron a mis papás

Hace un año fue porque irrespetaba a la mujer. Al amparo de la ley fue retirada y el reclamo de los internautas, la comunidad antigüeña no se hizo esperar, días después estaba de vuelta en su lugar.

Este año, inescrupulosos a bordo de un taxi atacaron la imagen y dejaron los pedazos tirados en la plaza del Barrio de la Concepción. Esta vez en su defensa, salió el hijo de los diablos a denunciar lo que ya se ha convertido en una tradición, “atacar la imagen del 7 de diciembre”.

En los zaguanes de La Antigua

El año pasado fue a la propia alcaldesa, Susana Asencio, a quien se culpó del retiro de la “Diablesa”. La comunidad entera buscó a quien atacar y las teorías conspirativas, como todo lo que sucede en la Antigua Guatemala, comenzaron.

“Denigra a la mujer, fue instalada por desconocidos y no tiene autorización de la Muni”. Sin embargo, nada de esto fue cierto, había permiso del concejo, no tenía una carga machista y los creadores eran tan conocidos como la alameda de Santa Lucía.

Este año, un diablo que presuntamente denunciaba la corrupción y un centenar de mitos antigüeños, fue abatido. En los zaguanes de la ciudad colonial se rumora que fueron unos capitalinos, “hasta mareros” los que se la cobraron con la imagen.

Podría ser la molestia que los citadinos causan, en las noches de fiesta, cuando visitan la ciudad. O tal vez la afluencia vehicular los fines de semana, que a nadie de los nativos deja descansar.

Pero hoy en la tarde, nada de lo ocurrido importará. La imagen está de vuelta en su lugar y la tradición continuará.

Llegadas las seis, el Barrio de la Concepción se engalanará, al igual que sus vecinos. Por fe, aburrimiento o cualquier razón para celebrar, todos se darán cita en la plaza a ver arder al “Chamuco”.




La tregua

Hoy Q3 mil 500 después, la imagen esta remendada y lista para seguir con la esperada celebración, que desde 1630 se lleva a cabo en la ciudad colonial. Llegarán las 6 de la tarde, nuevamente hippies, puritanas y alguno que otro capitalino se abrazarán, un borrón y cuenta nueva será la tregua.

Mientras el diablo arda cada año, peludos, religiosas y los visitantes de la capital renovarán el pacto. En la muy noble y leal, unos aprenderán a sobrevivir con otros, aunque entre dientes y muy a la antigüeña “se la claven por la espalda”.  

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