Dos años sin justicia. Aldo como un niño y el culpable sin remordimiento
Sus nietos le dicen Opa y en su ingenuidad lo abrazan, lo besan y le piden que despierte y regrese.
Pero Aldo Knoepffler ya no regresará.
Melisa, su esposa lo cuida como un niño y está consciente que las esperanzas de recuperación son mínimas. Su cerebro se ha reducido de tamaño y su cabeza se ha llenado de agua.
Dos años y tres meses han pasado desde que Aldo dejó de moverse por sí solo, cuando un carro del Ministerio Público piloteado por Byron Pirir de León, se salió de su carril, e impactó contra el vehículo en el que iba el empresario.
El vehículo del MP sumió a Aldo entre los hierros retorcidos y lo envió a un hospital donde estuvo 40 días en coma, los suficientes para declararlo una persona sin capacidades voluntarias.
A él que era un hombre que se vestía de chef los fines de semana y cocinaba para su familia, capaz de subirse a un techo para tapar una gotera, o encaramarse a una máquina para apretar un tornillo.
Desde entonces, la justicia no llega para él, ni para su familia, a quien la vida le cambió en un abrir y cerrar de ojos.
El MP es renuente a aceptar su responsabilidad más allá de cubrir el seguro de accidentes del vehículo.
Melisa dice que falta mucho tiempo para llegar a un debate y una reparación digna, porque han suspendido audiencias tras audiencias.
Si al llegar al juicio, que aún falta mucho, Aldo está con vida, el delito se mantendrá como lesiones culposas, si muere antes, se cambia al delito de homicidio.
Las esperanzas que viva mucho tiempo más mantiene a la familia del empresario optimista.
Colocarle un aparato que podría ayudarlo a estimular algunas áreas que todavía funcionan en su cerebro, no lo volverá la misma persona que antes, pero podrá comunicarse de alguna manera porque hoy se mantiene aislado, con la mirada perdida, sin poder hablar o moverse.
Mientras tanto, el culpable del accidente tiene otra vida.
Fue ascendido a un mejor puesto en el MP, está libre bajo fianza y ya se graduó de abogado, a él la vida también le cambió.
El estado de Aldo, en cambio, son crisis médicas constantes, deterioro de su cuerpo y cerebro.
“Hacemos posible por mantenerle sus terapias, su alimentación líquida por el estómago, proteína, vitaminas”, cuenta Melisa.