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Desde que se fue, Lidia cayó en un tragante, se golpeó en la calle y fue víctima de robos. Su oscuro mundo se volvió más pequeño y la ausencia de Emma la obligó a retomar antiguos hábitos.

La maestra de 62 años no nació así. Fue un tumor y la negligencia médica la que apagaron las luces, cuando su hija tenía dos años de nacida.




Treinta y cuatro años han pasado desde que la vio, era una niña. Desde entonces la vida de Lidia, como la de otros no videntes, debió adecuarse a escuchar e imaginar.

Y fue durante este periodo de cambios que una oportunidad de trabajo la llevó a una fábrica de dulces, donde fue víctima de burlas y bromas de mal gusto. “Los compañeros me dejaron encerrada y sin poder salir, a ellos les pareció gracioso”.

Luego otros le robaron el pago de la quincena de trabajo, y aún así no se dio por vencida. Bastón en mano y de manera lenta volvía a sus labores.

En la calle la situación no era diferente. En el bus, las banquetas y los espacios públicos, más de algún malandro le empujó para despojarla de sus bienes.

15 navidades fueron muy poco

Emma llegó hace 15 años, desde los Estados Unidos, gracias a los esfuerzos de la Asociación Amigos de los Lazarillos. “Ellos me pusieron en contacto con la organización estadounidense que entrena perros para personas no videntes”.

Su pelaje negro y la personalidad dócil de la labradora, fueron su compañía en el día y por las noches. “Yo sabía cuándo ella tenía hambre, frío o ganas de ir al baño, y ella siempre estaba lista para ayudarme”.

Así fue como Lidia llegó a depender más de su guía que del bastón. Ya no caminaba sola, siempre estaba acompañada y se sentía segura todo el tiempo.

“Algunos lugares no me dejaban entrar con Emma, esto no es zoológico decían los encargados de almacenes y restaurantes”. Pero era mejor no consumir en esos comercios que dejar a su amiga por un lado.

Así se apagó Emma

A sus 17 años, el pelaje de Emma perdía su brillo y la vista, cada vez se le complicaba más asistir a Lidia. Sin embargo, con mucho esfuerzo y despacio, aún le ayudaba a recorrer las calles de la zona 6.

“Vamos nena, aunque sea despacio, pero vamos juntas”. Así se dieron ánimo durante varios meses, mientras salían de la casa.

Una tarde de principios de año, un repartidor de gas cargado con cilindros no vio a Emma. “La atropelló y quedó maltrecha”.

Así empezó el final. Emma no murió inmediatamente. Fue una sucesión de complicaciones las que obligaron a Lidia, a llevar a su compañera para que durmiera y dejara de sufrir.

Con lágrimas, la maestra recuerda ese día. “No pude quedarme para verla partir, me tuve que salir del cuarto y allí quedo el amor más incondicional que jamás he sentido”.

En busca de otro guía

Hoy, en las calles de la zona 6 y La Martí se le puede ver pasar. Va a la casa de su amiga María Mirón, quien le está ayudando para hacer el trámite y conseguir un nuevo perro guía.




María tiene a Cyclone, un labrador negro que le acompaña a todos lados. “Quiero que mi amiga tenga una nueva compañera y guía”.

Para lograrlo María y Lidia tienen que conseguir tres cosas. La primera un patrocinador que le pague a Lidia el boleto a Rochester, Michigan, donde está la escuela de perros para no videntes.

Luego fondos para pagar el seguro de viaje, unos US$165, que cubran cualquier accidente que tenga Lidia durante su viaje. Y finalmente los Q1,600 que cuesta el trámite de la visa para los Estados Unidos.

Los gastos de Lidia allá, alimentación, hospedaje y movilización los pagará la entidad, asegura María.




Algunos de los peligros que los no videntes enfrentan en las calles de la ciudad de Guatemala.
• Robo
• Golpes
• Cajas de aguas en la banqueta
• Hoyos de tragantes
• Ventas de comida callejera
• Anuncios de comercios
• Motocicletas estacionadas en la banqueta

Aunque sabe trabajar, ahora no tiene una fuente de ingreso y pasa sus tardes recorriendo las seis cuadras que separan su casa de la de María. Sin embargo, para Lidia lo más importante es regresar a ser la “ciega y loca que habla con su perro guía”.

Si quieres ayudar a Lidia, para conseguir un guía nuevo, puedes contactarte con la Asociación Amigos de los Lazarillos y su presidente Luis Arriola al 59609616.

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