Si ama a la hamburguesa feliz, lea esta carta imagen

Si vivir la jornada anual dedicada a la venta de hamburguesas es un caos, imagine trabajarla. Pero todo sea para ayudar a que un gigante de comida rápida cumpla con su Responsabilidad Social Empresari

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Si vivir la jornada anual dedicada a la venta de hamburguesas es un caos, imagine trabajarla. Pero todo sea para ayudar a que un gigante de comida rápida cumpla con su Responsabilidad Social Empresarial.

En ese día se preparan cientos de miles de hamburguesas especiales y los guatemaltecos acuden con su dinero a colaborar con la obra social y de paso, degustar de una hamburguesa especial (dinero que la empresa dona), y a veces acompañada con papitas y soda (dinero que al parecer se queda en la casa) de ese titán mundial de la alimentación.

Por ello acudimos a un extrabajador para que nos relatara cómo es este día, cómo se vive detrás del mostrador. Al parecer, no todo es color de hamburguesa y por ello nos da esta carta abierta.

***

“Guatemala, quiero decirte que el Día de la hamburguesa es un caos. Durante 18 meses trabajé en MacBurger y antes de esa época, nunca fui a un Día de la hamburguesa feliz, y tampoco pienso regresar, lo digo después de vivirlo y saber qué ocurre. Quiero aclarar que en su momento, dejé de trabajar porque me cambiaron el horario, y salía muy tarde y, como la empresa no ofrecía transporte, renuncié.

Tenía un año cuando participé en ese día. De hecho, los trabajadores hablaban de que era muy cansado… que te trataban como esclavo con turnos de hasta 16 horas y que me preparara. Claro, lo de esclavo es un decir, pues sí nos pagaban.

Primero voy a explicar cómo funciona la empresa. En esa época habían tres o cuatro turnos, no creo que haya cambiado mucho. El primero entra a las cinco de la mañana y sale a las dos de la tarde; de diez a cinco de la tarde; de una de la tarde a las ocho de la noche, y de tres a diez de la noche. Más o menos esos son los horarios. Antes había un turno nocturno, un grupo de jóvenes que durante la noche limpiaban todo el restaurante, pero me parece que ya no existe.

Pero en el Día de la hamburguesa feliz son otras reglas. En esa época había dos turnos, de las cinco de la mañana a las ocho o diez de la noche era uno.

A mí me tocó entrar a las diez de la mañana y me quedé hasta al cierre, una o dos de la mañana. Quiero agregar que no podés dejar de ir, tenés que cumplir, si no te ven mal, no se te percibe como un buen colaborador.

Las ventas fuertes del Dia Feliz empiezan a las diez de la mañana y a mí esa ocasión me tocó ser cajero. Ese día la atención al cliente es la peor, porque es inexistente, solo cobrás y se van a esperar la hamburguesa. En pocas palabras, la atención personalizada se va al carajo. Atendés filas que no terminan, todo el día estás de pie y cobrás. Si querés ir al baño, es un dolor de huevos porque no hay nadie para que te cubra.

Otra cosa, si te falta el dinero te lo descuentan, a mi me faltaron Q100 esa vez, a otros les dieron billetes falsos y les dijeron que se los descontarían. Esas son las consecuencias de estar de cajero. Atendés a demasiada gente.

El tipo de cliente varía mucho al de un día normal. Por lo general llegan grupos de dos o tres personas, ese día llegan familias de hasta ocho personas. Te topas con órdenes exageradas, te piden hasta diez menús de la hamburguesa especial por orden. Por tanto la producción aumenta. Sí se venden las otras hamburguesas que dispone la cadena, pero se le dice al cliente que le tardará media hora. No es que sea mentira, o una exageración, es que todas las planchas están dispuestas para la hamburguesa de la promoción, entonces hay que esperar.

Se vive un turno tan tenso y estresante… como la demanda es grande, y como no salen rápido las ordenes, entonces la gente grita y se pone histérica. El espíritu que los motivó a comprar la hamburguesa ese día parece que se va.

Los invitados son otra cosa. Algunos incluso entran a cocina… a quitar tiempo. Son una carga. De hecho, cuando llegan es cuando la afluencia es poca. Pero hay sucursales en las que los invitados están todo el día, sobre todo en las que más se llenan, y es peor, no fluye tu trabajo por su culpa.

A mi me pasó que durante un momento del turno me tocó estar de Corredor, es decir, el que pasa la orden, del bin, la plancha en la que están las hamburguesas ya en caja al mostrador, la cosa es que un invitado se metió en mi camino, tropesé y toda la comida salió revirada. Aclaro que no me la cobraron, porque esa es política del restaurante, pero sí digo,

los invitados hacen estorbo, deberían estar afuera, de anfitriones.

Eso cambiaría creo yo, que el invitado esté fuera del mostrador y que no se sirvan otras hamburguesas, solo la que se promociona ese día.

Voy a poner los puestos en niveles de estrés. Primero es el mostrador, luego cocina, por la velocidad y la producción. Si se quedan sin producciones, todo es un caos en el mostrador y autoservicio. Una hamburguesa de este tipo tarda como dos y medio minutos en su preparación, no importa el día, porque el tiempo que requiere la preparación de la carne es el mismo.

Aunque algunas veces, en este día, se saca la carne sin que cumpla el tiempo establecido para el nivel de calidad que se estipula en la carne.

Recuerdo que por momentos se quedaban sin producción -¡Me debés 15, 20 o 30!, como hay colegios que piden órdenes… cuando es así, se paraliza todo, empiezan los gritos de la gente, entonces, para satisfacer la demanda, le dan unos 50 segundos a la carne para que esté medio cocida y ya… se va para la hamburguesa.

Por eso hay casos en los que la gente se enferma, si lo sacan antes del tiempo establecido, eso pasa. Nunca estuve en concina, pero lo vi. La demanda y la presión te obliga y muchas veces no es el que esta en plancha el que decide, es el encargado de producción quien te dice ¡sácalo y se va!, siempre se sigue una cadena de mando, siempre hay un jefe que decide.

En fin, es un día peculiar. No estaría en uno de nuevo, ya sé como es la amontonazon y no me gusta, es probable que me tope con una hamburguesa semicruda, no me llama la atención.

Hasta cierto punto es bonito porque es una chingadera y media, las porra, la gritadera, la adrenalina de tener la gente encima, es bonito, pero bien pizado porque es bien cansado y al día siguiente todo normal, como que nada hubiera pasado.

Yo me salí en 2009, sé que es bastante tiempo, pero no se si ya cambiaron la modalidad de ese día… no creo por la automatizada que es esa institución. Seria de preguntarles.

Trabajé en la sucursal de la Florida y en otra, pero eso ya es mucha información. Recuerdo que estuve 6 meses en el área de papas y ése sí es un infierno, tocas mucha sal y aceite y el calor, todo, a veces te quemás. En esa época ganaba el salario mínimo, recibía Q2 mil 400 con prestaciones más un salario.

Solo me queda decir ¡Prepárense!, pasarán horas –en algunos casos- para comerse una hamburguesa especial, y para el que este es su primer día feliz en el que trabaja, le diría que va ser un día muy cansado, que no es todo el año,

y que por lo menos lo disfruté… en lo que se pueda, yo lo disfruté… pero no quisiera volverlo a vivir”.

Ilustración: Tenshi Arts

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