Carlos tenía 26 años cuando conocía a Erika de 24 en la universidad. Ellos desde la primera vez se gustaron mucho y entablaron comunicación.
Se buscaban en la U, se llamaban por teléfono, se comunicaban de todas las formas posibles y el amor empezó a florecer.
A los pocos meses de comunicarse, Carlos le preguntó a Erika si quería ser su novia y ella dijo que sí.
Empezaron su relación y Carlos conoció a la mamá de Erika, pero no al papá, pues él no se encontraba en casa cuando llegó. La relación entre Erika y su padre no era buena, porque casi nunca llegaba a visitarlos, no vivía allí y tenía otra familia.
Erika no le perdonaba a su papá que dejara a su mamá por otra mujer y por eso su relación era mala.
Pero, con el paso del tiempo, Carlos y Erika se enamoraban cada vez más y al año de ser novios él le pidió matrimonio y ella aceptó.
Carlos decidió ir a hablar con la familia de ella para decirles que la amaba y que planeaba esposarla.
Carlos y Erika se apellidaban Pérez, que aquí en Guatemala es un apellido muy común.
Cuando hablaban de su familia, Erika casi nunca compartía nada de su padre y Carlos solo sabía que él se llamaba Rubén, igual que el suyo.
Faltaban algunos meses para la boda, pero él no conocía aún al papá de Erika y muy nervioso le pidió que fueran a desayunar juntos. Ella no muy de acuerdo aceptó y le pidió a su progenitor que se reunieran y aceptó.
Ella acordó que el siguiente domingo irían a desayunar a un restaurante de la zona 1.
Carlos y Erika llegaron temprano y aún no llegaba su papá, de pronto entró Rubén Pérez con pantalón de lona, una camisa de cuadros azul y una gorra negra.
Carlos se levantó de pronto y dijo: ¿Papá que estás haciendo aquí? Erika estaba muy sorprendida y expresó: “Amor él es mi padre”, él le dijo que no podía ser, porque también era suyo.
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Ambos estaban sorprendidos, molestos y preocupados. Rubén, el papá de ambos, se acercó y les dijo que eran hermanos y que no se podían casar.
La otra familia que tenía el papá de Erika, era la que tenía con la madre de Carlos.
Erika estaba muy agitada y lloraba, Carlos la abrazó y le dijo que solucionarían el problema, pero ella enfatizó que no se podía casar con su hermano.
Ambos desconocían que eran hijos del mismo hombre.
Resulta que Rubén estaba casado con la mamá de Carlos y en ese estado conoció a la mamá de Erika, con quien mantuvo una relación pasajera, en la cual nació ella. Pero ninguno de los dos conocía la historia.
Pero, Carlos y Erika no eran los únicos hijos de Rubén, sino que él tenía 6 hijos más fuera de matrimonio.
Rubén tuvo que decir la verdad y mostrar que él había sido infiel y que encima de eso tuvo que presentar a sus hijos.
Carlos y Erika decidieron no casarse y suspendieron la boda. Terminaron la relación y ni siquiera pudieron ser amigos pues enfrentar que eran hermanos fue difícil.
Este no es un caso único, sino que hay varios en los que los hermanos se han tenido que conocer en situaciones extrañas.