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A la distancia recuerda las colas que hacen los norteamericanos durante el famoso “Black Friday”, pero basta acercarse un poco y recordar que estamos en América Latina. Los guardias de seguridad, las ventas de jugos y panes con huevo, así como la trasnochada basura en la calle nos ubican de inmediato, Ciudad de Guatemala.

En la mayoría, sus ropas no son de marca, algunas roídas, mal lavadas y en sus zapatos se puede ver impregnado el lodo que recogieron al salir de su barrio marginal. Todo, todo cuenta una historia, las legañas hablan de una salida rápida de casa, el cabello engominado de la falta de baño y el andar pausado de haberse levantado horas antes de la hora normal.



Usuarios como Claudia Murga han denunciado que las autoridades de Migración dan 700 turnos y que para obtener uno de estos hay que hacer cola. “Hacer cola no garantiza tener un turno”.

La madrugada en zona 4

Así, uno a uno todos se dan cita para renovar su pasaporte. Llegan temprano para completar el trámite, para luego poder ir al trabajo y no perder el día.

Sin embargo, antes de ellos otros cortaron el sueño para ganar el pan. No van a sacar papeles, ni hacer trámites, “van a ocupar un lugar en la fila y luego venderlo”.

Llegan de varios lugares, asegura Néstor, uno de los empresarios del turno. Viene a la zona 4 desde la colonia San Rafael en zona 18.

“Salgo a las 3 a.m. para organizar a mi gente, luego a la zona 4 para cuidar los lugares”.

Cada uno de los empleados de Néstor cobra Q50 el día. Además, que se les debe pagar el transporte desde y hacia sus casas al finalizar la jornada.

Las denuncias hacen crecer el negocio

En las redes sociales, usuarios del servicio de renovación de pasaportes, han denunciado la práctica de venta de turnos en el centro Comercial Mr. Bodeguitas, donde se ubica el centro de emisión de pasaportes. A principios de noviembre, Leida denunció el cobro de Q200 por un lugar en la fila, pero hoy esa cantidad casi se triplica. 




Chayo, fue hace ocho días a renovar su documento de viaje y las cosas han ido de mal a peor. La tarifa de compra de fila ha subido y la línea para hacer el trámite ya da la vuelta al centro comercial.

Llegué a las 7:00 a.m. y la cola empezaba afuera del comercial. “Fue automático, solo llegué y unas cinco personas se aproximaron para ofrecerme sus servicios”.

Por Q500 me daban un turno y podría salir de mi trámite más rápido. “Así como a mí, fueron abordando a todos los que llegaban”.

La matemática de los vendedores
Dado a que la hora de parqueo en el comercial cuesta Q24, los vendedores ofrecen que el trámite se puede concluir en 30 minutos, “así se ahorra dinero Seño”.

Los chapines se hartan

Lo que parecía una fila ordenada, era más bien un intercambio de puestos y rostros. “Unos entraban a la fila otros salían o se corrían”.

Mientras hacía la cola, Chayo se percató de un bullicio en la parte de atrás de la fila. “Fuera, se coló, sáquenlo gritaba la gente”.

Tal fue la presión que se puso sobre el recién llegado a la fila, que no tuvo más remedio que abandonarla. “Toda la acción la dirigía una señora que patrullaba, de un lado al otro”. “Dios guarde aquel” que se atreviera a colarse o a ocupar el lugar de alguien más.

Pero la supervisión duró poco, una vez la patrullera ingresó a hacer su trámite, las cosas volvieron a la normalidad. Al día siguiente, sin la patrullera, los más probable es que todo siguió igual.

Madres lactantes con sus niños en brazos soportando el frío de la madrugada, ancianos y niños bajo el sol. Otras caras, pero los mismos oportunistas y sus precios cada vez más altos. 

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