El sueño americano casi me cuesta la vida imagen

El motivo del viaje que realicé hacia Estados Unidos, fue económico. No conseguía trabajo en ningún lado y me animé a irme. Casi no la cuento.

Las opiniones e imágenes de este artículo son responsabilidad directa de su autor.

Hola, mi Guate, mi nombre es Hugo Arrecis Pineda, voy a comenzar mi historia contándoles que mi mamá tenía ya varios años de vivir allá en el norte, ella me pagó el viaje, costó alrededor de US$7 mil. La aventura comenzó cuando conocí al coyote, este me citó en un centro comercial en la zona 18; me dijo que el recorrido era como pasar en un tubo, entraba en un lado y salía por el otro, que todo era fácil y que era imposible que nos atraparan. Él me aseguró de que llegaba, llegaba. Lo que no me avisó fue cómo iba a llegar, si vivo o muerto.



Hugo y su mamá, María Pineda.

Me hicieron viajar hasta Xela, allí conocí al pollero mexicano que nos guiaba, con varios compañeros nos llevó a Huehuetenango. Allí tenían alquiladas las habitaciones de un hotel bien grande donde pudimos dormir algo. Temprano nos encaminamos hasta un lugar que se llama Gracias a Dios, y gracias a Dios que llegamos, es lejísimos. Íbamos en un bus destartalado por una carretera malísima, comiendo tierra todo el camino.

Ya en México, llegamos a una casona vieja, con separaciones de madera, a dormir al suelo, amontonados, como pudiéramos. Aquí fue la última vez que vi al coyote, de allí en adelante solo tratamos con el pollero. Este nos dio 500 pesos mexicanos a cada uno, con la advertencia que si éramos atrapados por la policía judicial mexicana no les mintieran, en ese momento nos enseñó que no tenía dientes por engañarlos. Tampoco ofrecerles dinero, los 500 eran para los policías estatales, “todos son corruptos”, nos aseguró.



Muchos migrantes pasan días en el desierto, en búsqueda del sueño americano.

Desde ese día, iniciamos a caminar solo de noche, caminatas de hasta 10 horas aproximadamente, así empezamos a adentrarnos en México parando en algunas tiendas donde comíamos si bien nos iba dos veces al día. El pollero nos detuvo en un pueblo por varios días, hasta que nos dio el OK para seguir, allí se nos unieron más migrantes. A seguir andando todas la noches, hasta que llegamos a un predio de camiones; aquí nos esperaba un tráiler gringo que tenía todos los sellos en la puertas, pero un boquete entre las llantas traseras; por allí nos metieron.

Al tapar el boquete quedó un agujero de 10 centímetros, por allí tenía que entrar aire para todos, íbamos como 50. El viaje, nos dijeron era de 24 horas, y aunque no fue tanto era imposible respirar. Yo al ver esto fui de los últimos en entrar, y al apenas agarrar camino les dije, “bueno muchachones destapemos esta vaina para respirar bien”, al llegar al destino me impresionó ver bajar a los demás, vomitados, orinados, defecados, pálidos, algunos casi muertos. Gracias a Dios nadie murió en ese trecho, pero algunos estuvieron cerca.



Imagen de la Policía de Texas, al descubrir migrantes dentro de un tráiler de conservas. 

Por estar durmiendo en el suelo y caminando de noche, yo llevaba ya un poco de tos, y uno de los que iba con nosotros me dijo “si nos agarran por esta tu tos de mierda al llegar a la cárcel allí te matamos, hemos gastado mucho dinero para caer por tu culpa” entonces ya iba amenazado.

A los días, llegamos a otro predio, donde nos esperaba una especie de “tacuazina”, pero que en lugar de llevar carros carga ganado, y entre los dos niveles donde van las vacas, hay un espacio de 50 centímetros aproximadamente, allí nos teníamos que ir. Pero era imposible, éramos casi 200. Al ver cómo ponían una plancha de acero encima de nosotros yo dije, “no, qué estoy haciendo, aquí me voy a morir” ya estaba orinando color café y la tos no me paraba, los pulmones y los riñones, sin duda, me estaban fallando. Me levanté y dije, “mi huevo yo me voy”. El pollero me dice ¿a dónde vas? Yo no me voy allí, le grité. “Pues ya perdiste el dinero” me dijo, era lo que menos me importaba, el pisto lo puedo volver a hacer estando vivo, muerto no.¿Qué vas a hacer con mi cuerpo si me muero cerote, vas a llamar a mi familia o solo me vas a tirar? Le pregunté. Ni siquiera me contestó, solo me miraba, ¿me vas a contestar?… se dio la vuelta y caminó.



Tráiler Kenworth de dos niveles para ganado.

A los minutos pusieron la gran plancha de acero, y luego suben el ganado, el cual por el estrés que andan iban con diarrea profusa y orinando más de lo normal. Con eso encima iban mis compañeros de viaje, allí pasara lo que les pasara, no pueden abrir. Seguro yo encontraba la muerte.

Ellos agarraron camino y yo empecé el mío de vuelta a Guatemala, no valía la pena hacer ese viaje y perder la vida. Meses después, aquí en chapinlandia, vi en las noticias la muerte de 9 migrantes, asfixiados y mi sorpresa fue que era el tráiler donde yo me fui a la frontera de Texas. No pude evitar sentir una gran tristeza, por la necesidad que lleva a muchos a realizar el viaje, pero no vale la pena. Llegar o morir en el intento, yo no lo vuelvo a hacer.



Imagen de la policía de Texas, 9 migrantes fallecidos dentro de tráiler. 

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