Con capucha pero sin ideales imagen

La huelga de Dolores muere junto con sus ideales, mártires y reyes feos.

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Sí, tuve miedo ¿cómo no iba a tener miedo? me taparon los ojos, me llevaron dentro de un laberinto donde un encapuchado me esperaba, tenía las manos atadas y un guardia a mi lado. Me quitan la venda y solo con la luz de una vela inicia el interrogatorio, detrás de la capucha ni los ojos les mirás, pero la calibre 9 milímetros en la cintura, sí que no podes dejar de verla. Así fue mi ingreso al Honorable Subcomité de Huelga, donde fuí testigo de cómo la codicia transformó un movimiento de denuncia, en un negocio que degradó a los estudiantes de la tricentenaria Universidad de San Carlos.

Mi primer día con capucha, el color de mi unidad académica el azul (Ciencias de la Comunicación), me hacía sentir orgullo, ese sentimiento de pertenencia que da la huelga y que sin duda, llegaría a tener muy arraigado. Bueno, pues fue golpeado desde el primer día el activismo con la expulsión del compañero “Pachón” porque fue descubierto vendiendo boletines chafas y cancioneros huelgueros en los buses sin autorización, ya llevaba varios días haciéndolo. Así inicie a ver que la huelga era aprovechada por casi todos para sacar alguna ganancia, los ideales del movimiento estaban muertos, solo eran un discurso, solo palabras de esas que se las lleva el viento.

Nunca olvidaré que ese año era el centenario de la Huelga, en un lejano 1998, cuando pude conocer a grandes figuras históricas del movimiento huelguero, como el llamado gran prócer, José  “El Sordo” Barnoya, con quien brindamos con una “Chibola del Portalito”. Le pregunté sobre la pérdida de rumbo del movimiento huelguero y sobre la corrupción que había visto, y me aseguró  “la huelga siempre tuvo altibajos, pero ella misma se reinventa  como el ave Fénix que  renace de sus cenizas”. Me contó que por ser puro huelguero en tiempos de Lucas (expresidente Romeo Lucas García),  sufrió un atentado que casi le cuesta la vida, que la USAC es su segunda madre, que es hijo predilecto de “La Chabela”, nieto de Judas y devoto de los mártires. Esa convicción me hizo creer que no todo estaba tan perdido.

Pero desde eso ya casi pasaron 20 años y creo que las cosas no mejoraron, sino todo lo contrario.

Las mafias siguen enquistadas en las asociaciones, pues desde allí tienen secuestrada a la huelga y a la propia Universidad, al controlar las voces de los representantes estudiantiles en el Consejo Superior Universitario y en la AEU. Hoy me sorprende que los estudiantes sancarlistas están indignados porque a la declaratoria vienen Alexis y Fido, en vez de Guaraguao. Pero no les molesta saber de dónde proviene el dinero para pagar a las estrellas del reguetón, menos les preocupa la corrupción que corre por la Universidad desde sus cimientos y mucho menos les indigna que la tradición huelguera de más de 100 años y Patrimonio Cultural Intangible de la Nación desaparezca.

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