Nicaragua: El precio de una democracia pagada en sangre imagen

Las consecuencias de un país que no vio como a poco la libertad les era arrancada de las manos.

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La situación en uno de nuestros países vecinos es crítica, hemos oído como en una semana su país explotó y pareciera que ya no existe la paz. Sin embargo, esto solo es la punta del iceberg de lo que resultó al oponerse a las medidas ordenadas por el jefe, el presidente dictador. La consecuencia de vender su democracia, de voltear la cara ante faltas de libertad que tal vez no les parecían molestas durante un momento y hoy han venido a enseñarnos una lección a todos los otros países latinoamericanos, para que digamos ya no más a la opresión de personas que buscan poco a poco, volver a someter a nuestros países que tanto lucharon por su libertad, a regímenes de terror y desesperanza, en donde lo que predomina es el miedo y esa, no es manera de vivir.

Para contextualizar un poco José Daniel Ortega el actual presidente de Nicaragua entró por primera vez al poder con la Revolución Sandinista, derrocando la dictadura de Anastasio Somoza. Una vez la oposición lo derrocó, José Daniel se volvió el presidente de la república, fue presidente de 1979 a 1990 y luego del 2007 a la fecha. Ortega es un hombre que ha sabido poco a poco, quitarles la libertad a los nicaragüenses de una manera discreta. Empezó por infiltrar y controlar los demás poderes del estado. Luego prohibió y apresó a los partidos opositores, para evitar que hubiera levantamientos como los que actualmente, han llevado a 33 personas a su muerte. Poco después cambió la constitución para permitir la indefinida reelección de su presidencia y en cámara lenta matar la democracia, sin llamar demasiado la atención mientras lo hacía. Luego como una movida totalmente ilegítima, dejó que su esposa corriera para el cargo de vicepresidente, abriendo la posible sospecha de una dictadura familiar. Sin embargo, los pobladores no veían la maldad en esta “dictadura buena” en donde la violencia fue disminuida y los trabajos parecían aumentar, ya que los sueldos eran bastante bajos, lo que llamaba a la atención de los inversionistas extranjeros. Pero, ¿a qué costo?



Foto por AM Prensa

Tras la recomendación del FMI, el miércoles 18 de abril, el gobierno comunicó una reforma a la ley del seguro social que en resumen aumentaba gastos y disminuía beneficios, esta incluía subir la edad de jubilación y aumentar los aportes de los salarios, con el objeto de reducir el déficit. Esto hizo que se levantaran varias protestas en el país que develaron la verdad acerca del bienestar aparente en el que vivían, cuando la respuesta de su gobierno fue matar a quien manifestara a sangre fría, sin piedad, como en una guerra. Aparte de esto Ortega soltó a las calles a los contingentes sandinistas revoltosos para aterrorizar a la población y tratar de disuadir la participación en la manifestación. Fue allí donde nuestros vecinos se dieron cuenta de las libertades a las que habían renunciado, de cómo bajo sus narices ese hombre que había un día prometido ser distinto a Somoza, buscaba dictar a su parecer la manera en la cual se debía vivir en Nicaragua y que, ante la oposición, la única respuesta era la muerte. Esto abrió los ojos de los nicaragüenses, quienes hoy luchan por una democracia que dejaron ir hace muchos años, cuando no pudieron ver que no hay tal cosa como dictadores buenos. Los empresarios, políticos y pensadores durante décadas apoyaron, permitieron o se hicieron de la vista gorda ante los avances de la dictadura, pero hoy que se lamentan, esta es ya su realidad.

Nicaragua se encuentra en un momento lamentable, sin embargo, su vivencia nos puede servir de lección a todos. Como guatemaltecos, es necesario que despierte nuestro deseo de involucrarnos, de participar, de proteger nuestra democracia y elegir como se lleva el mando de nuestro país. Se que las cosas son difíciles y muchas veces sentimos que participar solamente es elegir a lo mejor de lo peor, pero mientras mantengamos los ojos abiertos y creamos que puede haber una mejor realidad para nuestra Guatemala, existe la esperanza de no vivir lo que muchos nicaragüenses han vivido estas semanas, la esperanza de ser libres y poder poco a poco, mejorar la situación en base a lo que nosotros queremos. Dejémonos de hacer la vista gorda de los problemas de nuestro país y comprometámonos a no dejarlo caer en manos de gente que solo busca el poder por control y no por amor a lo que este poder representa: una Guatemala que se ha levantó hace tres años y no se va a volver a quedar dormida esperando a que sea muy tarde. 

“La libertad no es ausencia de compromiso, sino la capacidad de escoger y comprometerte con lo que es mejor para ti.”- Paulo Cohelo 

 

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