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La madre de Ana Elisa Gutiérrez, un ama de casa, fue diagnosticada con alzhéimer cuando tenía 68 años.

La familia no tenía idea de lo que se venía y nunca creyó que el cuidado de una persona con esta enfermedad supondría un desgaste emocional, físico y mental.

“No tuvimos un plan de acción y esa fue la raíz de varios problemas familiares y un desorden en el cuidado de mi mamá”, comentó Gutiérrez.

Su madre se salía de la casa a las 10 de la noche; se quitaba la ropa, creyendo que era hora de dormir, tenía incontinencia e insultaba a sus familiares más cercanos.

Todo fue una sorpresa para los Gutiérrez. “Con el tiempo, pusimos un alto y definimos roles. También buscamos ayuda de personas que vivían la misma experiencia”, agregó.




El alzhéimer es un padecimiento neurodegenerativo, el cual afecta la memoria. También se conoce como demencia senil.

La enfermedad trae dificultades para los cuidadores y familiares, pero también es posible darle al paciente un cuidado de calidad y sin descuidar la salud física y mental del cuidador.

Todo esto, fortaleciendo el vínculo amoroso que esta enfermedad borra de la memoria de quien la padece.

Un reporte de Alzheimer Disease International reveló que el 8.4 por ciento de personas adultas, mayores de 60 años, viven con algún tipo de demencia en Latinoamérica.

En Guatemala existen 70 mil personas afectadas con demencia. De estas, el 70 por ciento padece la enfermedad de Alzheimer.

La referida organización predijo que para el año 2050, los pacientes con dicha enfermedad alcanzarán los 131.5 millones en el mundo.



El primer paso

Luego del diagnóstico, es importante conocer e investigar sobre la enfermedad con médicos, bibliografía y cuidadores.

Las recomendaciones, acciones y cuidados dependen del caso, y también son dados por el especialista tratante y específicamente para la persona.

Es importante reconocer en qué etapa de la enfermedad se encuentra el paciente y así definir un plan de acción.

Etapa leve

  • Pérdida de memoria.
  • Cambios pequeños de personalidad.
  • Se olvidan eventos recientes y nombres.
  • Pérdida de capacidad para organizar y hacer planes a futuro.
  • Dificultad para hacer listas.

Etapa moderada

  • Confusión.
  • Dificultad para seguir instrucciones.
  • Incontinencia.
  • Dificultad para vestirse y bañarse.
  • Dificultad para reconocer familiares y amigos.
  • Pérdida del sentido del tiempo y espacio.
  • Cambios de personalidad bruscos: amenazas, insultos, gritos, golpes, entre otros.

Etapa severa

  • Necesitan ayuda con todas sus necesidades cotidianas, como ir al baño, comer, vestirse.
  • Dificultad para caminar, hablar y sentarse.
  • Se niegan a comer.
  • Olvidan a sus familiares.
  • Muerte.

Un reto para los cuidadores

Usualmente, son los familiares quienes asumen la responsabilidad de cuidar a una persona con el mal de Alzheimer. En caso de no tener familia, existen cuidadores que dedican su tiempo a esta causa.

En Estados Unidos, más de 15 millones de cuidadores trabajan con personas con dicha enfermedad. Se calcula que estos proveen unas 21.9 horas diarias de cuidado, según la Asociación de Alzheimer.




El acompañamiento es constante y es por ello que la tarea no puede ser asignada a un menor de edad.

Inmediatamente después del diagnóstico, la familia debe reunirse. El diálogo familiar es importante para establecer:

  • Quiénes serán los cuidadores.
  • Quiénes se comprometen a apoyar de otra manera.
  • Formas de aprendizaje continuo.
  • Horarios y días de la semana de descanso.

“En mi caso, solo yo me dedicaba al cuidado de mi mamá y por eso llegó un punto en el que ya no aguanté; para no tratarla mal, delegué mi tarea”, agregó Ana Elisa.

Es por ello que la salud mental y física del cuidador no debe ser olvidada, ya que su bienestar también significa el bienestar del paciente.

Debido a la alta demanda de cuidados que dicho padecimiento requiere, los cuidadores pueden sufrir depresión, ansiedad y estrés. Es por ello que es recomendable asignar a dos o tres vigilantes que asuman la responsabilidad.

Mi hermana y yo decidimos asistir a varias capacitaciones y con ayuda de nuestros esposos, ahora nos dividimos el trabajo. Pasamos de un caos a una paz increíble en la familia”, resaltó Gutiérrez.

Se debe distribuir la carga de trabajo entre los cuidadores y dedicar uno o dos días a la semana al descanso y recreación.

Entre los vigilantes, este bienestar representa un mejor trato hacia la persona y en el caso de ser familiares, el fortalecimiento del vínculo afectivo que siempre debe estar presente.

Fotos: Alzheimerhuesca.es, Alzheimer Catalunya.

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