Las opiniones e imágenes de este artículo son responsabilidad directa de su autor.

Han pasado más de 20 años desde el 25 de mayo de 1993 cuando el entonces presidente de República, Jorge Serrano Elías dio un autogolpe de Estado y que a la postre también significó la depuración del Congreso en 1994.

Los escenarios en 2017 son distintos no solo en el país, sino también a nivel mundial, aunque la exigencia desde distintos sectores es la misma: “hay que limpiar el Congreso”.

En 1994 habían dos grupos políticos con mayoría en el Legislativo: la Democracia Cristiana Guatemalteca (DCG) y la Unión del Centro Nacional (UCN), ambos partidos desaparecidos.

Al igual que hace dos décadas el Congreso carecía de legitimidad y con la reforma Constitucional de 1993 se ordenó al Tribunal Supremo Electoral (TSE), que convocara a nuevas elecciones, lo cual fue ratificado mediante consulta popular en enero de 1994. 

Finalmente se dio la depuración con la renuncia masiva de más de 70 diputados y fue el inicio de una “nueva era democrática” como le llaman algunos. En agosto de 1994 se realizaron sufragios para elegir a los nuevos congresistas.

¿Pero es la depuración una solución?

Diputados como Nineth Montenegro de Encuentro por Guatemala y el independiente, Álvaro Velásquez, no comparten la idea de la depuración y consideran que no se debe ni se puede meter a todos en un mismo paquete.

Velásquez resaltó que la depuración se está dando de manera judicial y que están quedando fuera quienes tienen procesos penales en su contra por lo que él califica esa la “vía correcta”.

Otros congresistas como Mario Taracena señalan que muchos diputados ya “sienten paso de animal gigante” y que eso va a llevar a los cambios en ese organismo. Lea también: El congreso cae en picada.

Desde aquel 1994 a la fecha, los reclamos hacia el Organismo Legislativo siempre han tenido punto álgidos, pero que no han pasado a más.

Durante años los medios de comunicación han dejado plasmado mediante investigaciones periodísticas la forma en que los diputados han utilizado a ese organismo para enriquecerse, favorecer a familiares, amigos y actuar bajo el manto de la impunidad.

Para el analista Jonatán Lemus, la indiferencia de los diputados hacia el fortalecimiento del Congreso hace que cada vez más haya menos legitimidad.

Lemus advertía en una columna de prensa en enero de este año que “la reciente historia ha demostrado que ni la depuración, ni la disolución son el camino, los individuos corruptos deben enfrentar la justicia, pero la institución, el Congreso, debe permanecer y renovarse”.

Intentos por depurar al Congreso se han dado varios desde que tuvo el poder la aplanadora legislativa del desaparecido Frente Republicano Guatemalteco (FRG), hasta el 2015 durante la gestión del Partido Patriota (PP).

En la actualidad la redes sociales han venido a jugar un papel fundamental en el rechazo de la ciudadanía hacia los congresistas y todos los días las críticas van en aumento.

Los hashtag o etiquetas más comunes son: #DepuremosElCongreso #DepuraciónCongreso. Además es uno de los temas que más ha generado tendencias en las últimas semanas.

Organizaciones como Justicia Ya, Landivarianos, Seguridad en Democracia (Sedem), Comisión Internacional de Juristas, Fundación Myrna Mack, Batucada del Pueblo y Asociación de Abogados y Notarios Mayas, se han unido a esa petición.

Con las capturas de varios diputados y exdiputados los ánimos se exacerban.

De acuerdo con constitucionalistas consultados, las reformas a la Carta Magna pueden ser la puerta política por la que se venga la depuración y se de una situación similar a la de aquel ya muy lejano 1994.

Todas las noticias, directamente a tu correo

Recibe todas las noticias destacadas de Relato.gt, una vez por semana, 0 spam.

¿Tienes un Relato por contar y quieres que nosotros lo hagamos por tí?

Haz click aquí
Comparte
Comparte