La vez que Miguel Ángel Asturias recibió a Cristo Rey imagen

La suma de esfuerzos del colectivo Chucho Callejero terminó en una alfombra de aserrín conmemorativa, para la procesión de Jesús de Candelaria y al laureado Miguel Ángel Asturias.

Las opiniones e imágenes de este artículo son responsabilidad directa de su autor.

Cofradías, hermandades y feligreses de varios lugares del país se congregaron el domingo, en el Centro Histórico de la zona 1. ¿El motivo? la celebración del centenario de la procesión de Cristo Rey. Este Relato reúne la preparación paso a paso de la alfombra elaborada por el colectivo Chucho Callejero, una pieza de arte que requirió de más de 12 horas de trabajo, así como su recibimiento por un ambiente sincrético y cultural.

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En una alfombra de aserrín Miguel Ángel Asturias se sumó a los homenajes a Jesús de Candelaria; y de estar vivo, Asturias sin duda, habría dado su aval pues fue fiel confeso de Cristo Rey. Sumando a eso, el hecho de la conmemoración de los 50 años de Premio Nobel de Literatura, el colectivo Chucho Callejero decidió fusionar los elementos.

Si bien se previó un trabajo de 40 metros de largo, como nos contaron en la nota Cristo Rey, el Jesús del pueblo vuelve a las calles  al parecer no les cumplieron como habían quedado. Tanto así que la alfombra sufrió una adaptación severa. Como contó Jorge Corleto, miembro fundador del colectivo: “Nos prometieron 25 sacos de aserrín, y nos trajeron ’25 saquitos’, tuvimos que decidir y modificar”. Y no solo eso, también les prometieron acceso a agua, baños, y seguridad de parte de las instituciones pertinentes pero tampoco lo recibieron.



La alfombra de Chucho Callejero se terminó pasadas las 14:00 horas. Fotos: Orlando Estrada.


Jorge Corleto durante la madrugada del domingo.


La alfombra se tuvo que adaptar debido a la falta de aserrín.

Sin embargo, eso no los detuvo. Comenzaron a preparar la alfombra a la media noche del sábado 11, de manera que para las 15:00 horas del domingo, cuando pasara la procesión, todo estuviera terminado. Y así fue, se adaptaron ante la falta de palabra de la hermandad, quienes habían asegurado el aserrín. Pero más allá de la falta de material, Corleto explicó que pese de todo, la gente se le fue acercando para preguntar por su trabajo, por el colectivo y encontrar una forma de ayudar.

Hubo actitudes muy interesantes, como el de la señora, que durante la noche, les llevó comida. Eran panes con frijol y jalea, “incluso rotulados, por si no te gustan los frijoles”, bromeó Corleto, y también mencionó otra historia, como cuando de la nada, un señor se le acercó para ofrecerle Q100, “para ayudarte en algo”, le dijo.






En este video, Corleto habla acerca de la experiencia de elaborar una obra de arte y que esta sea efímera.

Es por ello que para las 15:00 horas del domingo, luego de 14 horas de trabajo Corleto estaba satisfecho, él y su colectivo esperaban ver a los cucuruchos y a la procesión pasar sobre la alfombra compuesta de tres partes: el rostro de Asturias, Cristo Rey y un poema que el autor dedicó a Jesús.

Por Cristo Rey doblaron las campanas

Para esta ocasión, hasta Santiago recibió danzando el cortejo de Jesús de Candelaria. Pero la de Santiago es una de varias historias que convergieron en el Centro Histórico. Él vino con su caballo de madera y collar de monedas desde Chichicastenango. Según uno de los miembros de la cofradía de Santiago, salieron a las cinco de la mañana del domingo para estar a medio día en el Palacio Nacional de la Cultura y darle la bienvenida a la procesión.




Y Santiago no dejaba de bailar y así lo hizo hasta que estuvo frente a él Cristo Rey.


Él y su danza esperaron por Cristo Rey como una prueba tangible de la unión de un pueblo tan diverso y sincrético como Guatemala. Santiago, al hombro de sus cofrades, bailaba para recibir a Jesús, al compás del tambor y de una marimba de tecomates y lo hizo durante al menos 30 minutos . La danza fue la antesala perfecta, pues en ese momento, justo bajo el sol abrasador de las tres de la tarde, las campanas comenzaron a doblar, ni el gran Hemingway se hubiera preguntado el motivo. A lo lejos, justo en la esquina de la 5a. Avenida y 6a. Calle se comenzaba a divisar el anda. Hacía tiempo que el cortejo había comenzado a pasar.



Santiago antes del paso de la procesión y de iniciar su danza.

UNA PROCESIÓN PARA CELEBRAR

En el contexto religioso, las procesiones acompañan a los fieles católicos durante la cuaresma, sin embargo ese período religioso de meditación comienza el 1 de marzo, quizá por ello los rostros que acompañaban a esta procesión eran de alegría. No había feligrés, cucurucho o cargadora que no demostrará felicidad por la procesión.






Familias completas que viajaron desde los rincones de la república para acompañar la procesión lo evidenciaron. Desde Totonicapán, Quetzaltenango, y demás lugares “Venimos con alegría. Vengo a celebrar con mis hijos”, eran unas de las voces, o casos excepcionales como “Tengo 25 años de cargar, y eso me doy cuenta ahora, que de seguro participé en la procesión de los 75 años, pero en ese entonces tenía 8 añitos”, bromeo una mamá quien junto a su esposo y cuatro hijas, visitaron la alfombra. Según dijo, decidieron salir a caminar y ver las alfombras antes de que su esposo cargara a Jesús.

Como es habitual las matracas iban marcando el paso de los cucuruchos acompañantes, pero esta vez, más adelantadas que de costumbre pues muchas hermandades integraban el cortejo que lo hicieron largo. “Las cosas están cambiando. Ya quedó atrás esas divisiones entre hermandades de hace unos años. Gracias a Dios esas cosas se dejan, cada vez hay más unidad”, fue una de las declaraciones que me compartió Luis Alfredo Hernández, el feligrés que entreviste para la primera parte de esta nota, y que me encontré en el recorrido.










Cristo Rey a su paso por el Palacio Nacional de la Cultural

Aunque no fue la regla, si doy fe que la gente iba contenta acompañando a la procesión, claro hay que tomar en cuenta que eso era posible en la medida que el sol de un domingo sin nubes permite y que los cucuruchos, que llevaban en hombros a la procesión, sí tenían el rostros del esfuerzo, ese que solo se ve en quien carga una procesión.




Rostros de fe y rostros de tradición, ambas caras se podían observar durante el paso de Jesús, una buena forma de dar a conocer tradiciones guatemaltecas al mundo, sincretismo en su máximo esplendor. Al final, una lágrima se llevó a Jesús. La marcha fúnebre de Manuel Enrique Moraga acompañó la procesión antes de cruzar rumbo a la Catedral. Lo demás… como dijo el gran Tito Monterroso, lo demás es silencio.






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