En los vestidos de las mujeres asesinadas imagen

Por medio de un performance, la artista guatemalteca Regina José Galindo llama a la reflexión acerca de la violencia, que arrebata la vida de muchas mujeres en el país.

Las opiniones e imágenes de este artículo son responsabilidad directa de su autor.

Regina José Galindo es de pocas palabras. Por eso prefiere actuar, más que hablar, y es lo que hizo con Presencia, un proyecto performático sobre la energía de diversas mujeres asesinadas en Guatemala. 

Serán cuatro días (incluido hoy), en los que habitará un cuarto de Casa Ibargüen y durante dos horas se pondrá en los vestidos de ellas. 

Al entrevistarla para conocer más sobre la inspiración para este perfomance, me dice en breve: “Hay que manejar esto con mucha sensibilidad porque estamos hablando de duelo, de pérdidas, de dolor. Mi yo no importa”.

Es un homenaje para Patricia, Saira, María de Jesús, Cindy, Sandra, Carmen, Ruth, Mindi, Florence, Kenia, Velvet, Flor de María y Karen. Todas ellas fueron silenciadas, arrebatadas de las formas más violentas de esta tierra, en contra de su voluntad. Todas un proyecto de vida, familia, trabajo, sueños, que ya no podrán realizar.

Regina prefirió contar las historias en una hoja de papel, ubicadas de manera estratégica en la habitación para quien llegara a verla. También a través de su ropa, alguna proporcionada por Fundación Sobrevivientes.

Y estos son, algunos reflejos de la vida de aquellas que ya no están con nosotros.

Primer día

Lunes de 6 marzo

Iris Yesenia Paredes












Fotografías cortesía de Ameno Córdoba

Era una mujer arrecha, grandota, elegante; lo que tenía de guapa lo tenía de trabajadora. Hacía magia para ganarse sus centavos. Cuidaba carros, vendía comida, lapiceros, trapitos y hasta iba a la iglesia. Tenía un gran corazón. Su único pecado era que le gustaba oler pegamento. Cuando lo olía, se olvidaba de quién era y muchas cosas le pasaban. De sus seis hijos, tres fueron resultado de una violación. Los cinco más grandes se quedaron con la abuela, el último, el más pequeño desapareció. El día que la secuestraron se la llevaron con el bebé y solo ella apareció. Los vecinos de la zona 5 contaron que la escucharon gritar durante toda la noche pero nadie hizo nada. Su cuerpo apareció poco a poco. Las piernas por acá, los brazos por allá, la cabeza a saber dónde. 

La policía tuvo acceso al cuarto de la casa donde la tuvieron encerrada y hasta el machete con el que la despedazaron encontraron, pero no hicieron nada. El crimen lo cometieron unos patojos de la Five, de la Mara Salvatrucha. Como vivían en el mismo barrio, Yesenia los había visto crecer y había visto cómo se convertían en los delincuentes que eran. Un día los enfrentó. Ella había olido pegamento y cuando olía pegamento no medía lo que hacía. Al parecer, estos jóvenes pandilleros habían cometido un crimen y al verse descubiertos por ella se vengaron.

La muerte de Yesenia quedó en la impunidad.

Segundo día

Martes 7 de marzo

Saira (Saira Cristina Montecinos Reyes) 












Fotografías de Orlando Estrada

Saira dejó 6 hijas, Estefany, Jocelyn, Melanie, Ilsa Yhael, Priscila y Aranza. Era una mujer divertida, llena de energía y hermosa, era una mujer empoderada. Cuando sus amigos les preguntaban a ella y a su marido sino tenían tele, ella se adelantaba y respondía que sí, pero que tenían el Venus. Un día, Saira apareció muerta, tenía 36 años. 

La encontraron en un río de aguas sucias, había sufrido violencia sexual y la desfiguraron a pedradas. Sus hijas no pudieron verla. La noticia en el periódico llevaba el titular: “Mujer lapidada es encontrada en riachuelo”. Saira se había separado de su esposo Juan Carlos y posterior a eso entró en una nueva relación con otro individuo. Una relación violenta. Esta persona, su nuevo compañero fue el principal sospechoso de su muerte.

El caso quedó en la impunidad.

Tercer día

Miércoles 8 de marzo, de 12 a 2 p.m.

Paty (Patricia Samayoa) 






Fotografías cortesía de Ameno Córdoba



Paty era una mujer imparable. Feminista, gestora cultural, comprometida socialmente. Desarrollaba proyectos para mujeres y jóvenes que vivían en zonas de alto riesgo desde hacía años atrás. Llevó el arte a zonas donde reinaba la violencia. Dejó una hija, Andrea. 

Paty murió inesperadamente por el disparo de un guardia de seguridad privado, en el interior de una farmacia. Unos minutos antes de su muerte habló por teléfono con su hija y ella le pidió guardar el celular porque era peligroso mostrarlo en la calle. Ninguna de las dos podía sospechar que la muerte estaba a la vuelta de la esquina. El hombre que le disparó tiene una enfermedad mental y antecedentes penales por asesinato. Aún así estaba trabajando como policía de seguridad y tenía un arma bajo su control.

Andrea se encuentra ahora en un proceso penal contra el Estado por no preservar la seguridad en el país y contra la empresa de seguridad por no cumplir las leyes.

“No quiero ponerme en los zapatos del otro
Quiero ponerme en los vestidos de las otras”.

Lesionadas, humilladas, torturadas, asesinadas por la exclusiva razón de ser mujeres: “Cada día mueren en promedio 12 latinoamericanas por el hecho de haber nacido mujeres. Esta estadística la difundió, en octubre de 2016, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL). De acuerdo con el Observatorio de Igualdad de Género de América Latina y el Caribe de las Naciones Unidas (OIG), en 2014, en 25 países de la región, un total de 2.089 mujeres fueron víctimas de feminicidio” (BBC, 2016).

Es así, el monstruo del feminicidio está presente en todos o casi todos los países del planeta. Es una bestia hambrienta, perversa y salvaje. Cientos de mujeres mueren cada día de manera violenta alrededor del mundo, decenas de ellas, mueren en Guatemala. Según cifras del Instituto Nacional de Ciencias Forenses (Inacif) y la Fundación Sobrevivientes, en un período de cinco años, en Guatemala se reportaron 3 mil 585 casos de mujeres asesinadas. Muchos de estos crímenes son cometidos por parejas o exparejas. La mayoría estos casos permanecen en la impunidad.

A través del performance, el deseo de Regina es reivindicarlas, hablar de ellas, honrar lo que fue su vida. Llamarlas por sus nombres, sentir su presencia. Sus cuerpos dejaron de estar acá, pero ellas, permanecen en las memorias, en sus vestidos, en sus objetos.

El proyecto Presencia se realiza en el marco de la Celebración del Día Internacional de la Mujer, con el apoyo de Fundación Sobrevivientes, Carlos Bernardo Euler Coy, Mishad Orlandini, Numa Dávila, Lucía Escobar, Belia de Vico, Ameno Córdova, José Juárez, Casa Ibargüen y Casa de la Memoria. Pero especialmente, es posible gracias al apoyo de los familiares de estas mujeres que soportan la pérdida con fortaleza y no desfallecen en la búsqueda de justicia.

Podrá verla: 

Hoy y mañana en Casa Ibargüen (7ª avenida 11-66, zona 1, Ciudad de Guatemala), de 12 a 2 p.m.

Viernes 10 a domingo 12 de marzo, en Casa de la Memoria (6ª avenida y 1ª calle zona 1, Ciudad de Guatemala).

En la red:

www.sobrevivientes.org

www.reginajosegalindo.com

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