Nadie imaginó en Costa Rica que su paraíso más visitado y querido, el majestuoso volcán Poás, desataría toda su furia en plena semana mayor.
Tras dos violentas erupciones ocurridas en horas de la mañana, el paisaje tico cambió y el volcán mostró al mundo una columna de tres kilómetros de alto que hizo que las autoridades emitieran una alerta verde, debido a la ceniza expulsada por el coloso y por temor a que sucedieran más erupciones.
“El volcán ha lanzado bloques balísticos con diámetros de 30 centímetros en la zona de mirador y parque, a unos 700 metros. El sitio hasta donde llega el material es la zona de visitación, y se evidencia que el mayor riesgo es el radio de dos kilómetros de impacto directo, por eso se mantendrá cerrado hasta que su actividad no demuestre un descenso”, aseguró Blas Sánchez, geólogo de la Comisión Nacional de Emergencia CNE.