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Cuando nuestra educación y formación es conservadora muchas cosas nos escandalizan fácilmente. Hasta antes de entrar a una sex shop, por primera vez en mi vida, creía firmemente que lo que yo sabía del sexo era “atrevido”.

Conocí a una amiga un poco más liberal y con la moral relajada en todo lo relativo a la intimidad. Ella con una vida sexual muy activa y además en constante exploración, empezó a compartir conmigo sus mejores anécdotas. En realidad, fue bastante didáctico conocer que ser “atrevida” va mucho más allá de lo que yo jamás hubiera pensado.

Un día esta amiga me comentó que tendría un fin de semana romántico con su pareja y que estaba preparando una sorpresa para él. Me pidió que la acompañara a una sex shop y yo sin pensarlo mucho accedí. A la mañana siguiente, me dijo que después de la comida iríamos a la tienda.




No saben la vergüenza que sentí al imaginar cómo la gente que pudiera estar cerca del local me viera o incluso peor, me reconociera. La tienda por fuera no tenía pinta de ser una sex shop, ya que no había publicidad en la parte exterior y la vista hacia dentro estaba tapada. Llegamos a la puerta y con rapidez entramos. 

En un principio me sentí incómoda, ya que justo al inicio de la tienda me recibieron todo tipo de cadenas, lazos y esposas al estilo 50 Sombras de Grey. ¡No se imaginan las mil y una formas que existen para amarrar el cuerpo humano! Genuinamente impresionante.

Luego de ello, venía un área un poco más “light” se trataba de aceites afrodisíacos, lubricantes a base de agua, de aceite, comestible, con sensación de calor y frío… lo que quieran imaginar. Seguimos caminando y encontramos un espacio interesante, se trataba de juegos de mesa, ropa interior comestible, películas eróticas, el Kamasutra (incluso hay uno especial para parejas homosexuales) y discos de música para una “velada erótica”.




Más adelante habían dos grandes secciones y quizás las más surtidas. Por un lado, estaban los juguetes para ella y por otro, para él. 

En el caso del área para mujeres me sorprendí al conocer la cantidad de opciones que existen. Estimulantes para el clítoris, consoladores de todos los tamaños, colores, texturas, formas, unos con vibración y otros cuantos sin esta función. También habían, y esto sí que me impactó un poco más, vibradores especiales para la retaguardia (por así decirlo).




Más adelante se encontraba la sección para ellos, un poco más interesante, tengo que confesar o quizás menos esperado. Anillos vibradores para el pene, vaginas portátiles de silicona, vibradores para el ano, huevos especiales para “la punta del pene”, que vibran y presionan para aumentar el placer. También, un kit que calificaré de “peculiar” y que consiste en una serie de instrucciones, para la práctica de técnicas de asfixia para la masturbación efectiva. ¡Nada que decir al respecto!




De acuerdo a El Economista, los artículos más vendidos en las sex shops son: gel retardante, lubricantes y aceites, consoladores, vibradores, bolas chinas, cadenas anales, anillos vibradores para él y para ella. 

La curiosidad me llevó a preguntar a la persona encargada del local qué tanta clientela tenía y de qué tipo. Me respondió que, en un día promedio, solían entrar al sex shop unas 8 personas. Además, comentó que en su mayoría son parejas que buscan darle un toque especial a su vida sexual o bien amigas a las que describe como “curiosas”. 

En Guatemala existen varios sex shops. Bastará con que busques en Google “sex shops guatemala” y se te desplegarán más de 1.5 millones de resultados en 0.34 segundos. Podrás observar, además, que al menos 9 locales de este tipo están disponibles para que vayas, explores y te sorprendas tanto como yo. 




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