Cupido infeliz imagen

No todas las personas tienen un feliz 14 de febrero.

Las opiniones e imágenes de este artículo son responsabilidad directa de su autor.

Cupido jugó con la suerte de estas personas y ahora te contaré sus malas experiencias.




Confusión de triángulo amoroso

Carmen y Lorena son primas muy unidas. Por lo general, Lorena se queda a dormir en la casa de su prima, salen y conocen gente nueva.

Un día conocieron a Esteban y ambas guardaron su número de teléfono. Por varias semanas, compartían lo que hablaban con él por WhatsApp.

Carmen le dijo a Lorena que se estaba enamorando y ella le respondió que no le gustaba Esteban y que se iba a apartar.

Lorena inició un curso los sábados y dejó de dormir en la casa de Carmen, pero seguían hablando y con Esteban.

La sorpresa de Carmen fue cuando Esteban se apareció en su puerta el 14 de febrero, con un arreglo de globos y chocolates diciendo: “¿Lista para el intercambio?”.

Con cara de asombro, mariposas en el estómago y sin comprender qué pasaba, lo dejó entrar. Entonces, Carmen se enteró que Esteban se citó con Lorena, pero él pensaba que Carmen era Lorena.

¿Confuso, verdad? Pues ahí no pegó la flecha de cupido y se dejaron de hablar.



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Visita sorpresa

“Iba de camino a ver a mi novia. Tomé el bus de la U al colegio de ella. Sabía que no me esperaba hasta la noche, que quedamos de cenar en su casa. No voy a decir que iba emocionado, pero es que sí estaba enamorado.

Llegué más temprano y me quedé en la banqueta de enfrente en espera que abrieran la puerta para verla. Mientras, saqué un cigarro y se me acercó un chavo preguntándome si tenía otro. Le di un cigarrillo y platicamos. Él también esperaba a su novia. 

De repente, abrieron la puerta del colegio, el chavo se cruzó la calle agradeciéndome el cigarro. Yo lo seguí con la mirada para ver a quién saludó de beso… fue a ¡mi novia!”.

Así me contó Mario de su mala experiencia del Día del Cariño hace algunos años. 



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Amor en tiempos de Tinder

“Había estado hablando en Tinder con un chico, Alex (25 años). Nos llevábamos bien, aunque nunca nos habíamos visto. En sus fotos él estaba con amigos, muy lejos o con lentes ¡eso debió darme una alerta!, pero pensé que no hay que dejarse llevar por el rostro sino por el interior de una persona y no le di más vueltas al asunto de las fotografías.

Para el Día del Cariño quedamos de conocernos en plan cita, con cena romántica en un bonito restaurante de zona 14.

Llegué al lugar a las 7 en punto y estaba tan lleno de parejas que era obvio quién me esperaba, ahí, sentado solitariamente en una mesa para dos, con una rosa roja sobre la mesa.

Iba a presentarme, pero no pude. El hombre tenía sus motivos para no mostrar su cara ni en fotos. Y aparte, se comportaba abusivo y prepotente con los meseros. Mientras, ellos no se daban abasto para atender a tantas personas.

Cuando volteó la mirada hacia mí, alcé la vista, fingí buscar y saludar a alguien al fondo del restaurante (donde también hay una salida al parqueo) y caminé hacia allí.

Supongo que me reconoció. Nunca más hablamos por Tinder. Y la verdad, no me arrepiento de no haberme presentado”.

Claudia, 21 años, me cuenta entre nervios y risas su experiencia.




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