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No podía haber mejor escenario que aquella sala en el octavo nivel, con vista al bulevar de Vista Hermosa. El arte que franqueaba la escena servía como combustible para esta nueva etapa de sus vidas.

El ojo de Abularach, parecía ser juez de cada caricia que él y su esposa daban y recibían de los recién estrenados amigos. Mientras que las vendedoras de frutas de Klussmann, parecían querer dar su beneplácito al desempeño de la joven pareja en el intercambio.

Fueron dos o tres horas de actividad. Los ventanales del apartamento se empañaron con la respiración de los ocho cuerpos, la luz se distorsionó al atravesar el cristal y entrar al salón.




Un vaho, entre sudor y látex se asentó en el ambiente y los gemidos rompieron el silencio del recinto, a donde el ruido de la calle apenas y araña el oído. En nada de lo que los jóvenes habían vivido se parecía ese momento, la fantasía era completa y real.

La alfombra persa parecía ahogar el ruido que salía de las gargantas de los participantes. Gemidos, quejidos y suspiros, todos se quedaban en el espacio de la sala, como atrapados entre los hilos de aquel tapete oriental.

Ella y él, ellos y ellas. Los brillosos y sudados cuerpos de todos, con el rostro fatigado, como de quien lo había dado todo en una carrera fueron la escena final.

En casa con los recuerdos

Terminada la reunión, Estuardo y Diana empezaron el viaje de vuelta a casa, en la calzada Roosevelt. Las primeras cuadras del camino transcurrieron en silencio, pero el elefante estaba allí y había que encararlo.

El recorrido sirvió a la pareja para comentar lo sucedido, “lo bueno, lo malo y lo más excitante de todo el encuentro para ella y para mí”.

Luego las risas y los gestos de afecto, llenaron el espacio del sedán Toyota, donde cada mañana Estuardo lleva a sus hijos al colegio. “Lo hicimos y estamos bien”, dijo Diana.

El alivio se asentó en la pareja y lo sucedido fue analizado, punto por punto, hasta que el portón de la casa se abrió.

Ya en la vivienda y transcurridas dos horas de haber dejado sudor y ganas al pie de las obras de arte, el deseo se apoderó de los recién estrenados. El recuerdo de lo vivido los llevó a consumar una vez más, en la intimidad de su habitación, su recién estrenado amor.

Desde entonces la pareja, ahora en sus cuarenta, se ha mantenido muy activa en la escena swinger de Guatemala. Ahora son ellos los que dan la bienvenida al mundo del intercambio de parejas, a los deseosos de incursionar en este poco comprendido estilo de vida.

En el estudio de su casa en zona 11, mientras terminan de contarme su historia, en el monitor de la computadora corre el video de Diana en uno de sus más recientes encuentros sexuales. Luego, aparto la vista de la imagen y puedo darme cuenta que en los jeans Ralph Lauren de Estuardo, se desdibuja una erección.

Así empezó el estilo de vida

En los años 50, mientras los soldados estadounidenses mataban el tiempo en las bases militares fuera de su país, dio inicio el estilo de vida swinger. Algunos, junto a mujeres que no siempre eran sus esposas, inventaron un juego que consistía en poner dentro de un sombrero las llaves de sus habitaciones.

Al azar cada uno sacaba una llave y se llevaba a la esposa del dueño de la habitación para tener relaciones. De ahí que las llaves forman parte de la simbología del movimiento swinger.




Cómo debe ser tu relación para entrar en el mundo swinger:

1. El sexo no debe ser un tema tabú.

2. Ambos deben estar de acuerdo que la sexualidad es muy amplia.

3. Tú y tu pareja deben de tener deseos de explorar los límites de su sexualidad.

4. Mucha comunicación entre la pareja.

5. No apures nada, todo toma su tiempo.

6. Habla con tu pareja sobre el tema muchas veces.

7. Espera a que tu pareja esté lista mentalmente para iniciar un intercambio.

8. Tu relación debe ser sólida, de lo contrario las dudas pueden afectar.

9. La confianza en la pareja es primordial para llevar este estilo de vida.

10. No programes encuentros sin que esté tu pareja en ellos.

11. Habla con franqueza sobre tus fantasías y comparte tu experiencia con tu pareja.

12. No hay secretos entre las parejas swinger.

Conoce más de la cultura swinger en Guatemala aquí:

Rickes Place

REALSWINGERS

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