Me cansé de fingir orgasmos… imagen

6 de cada 10 personas no pueden tener orgasmos y 4 de ellas nunca han sentido un orgasmo. ¡La anorgasmia es problema real!

Las opiniones e imágenes de este artículo son responsabilidad directa de su autor.

Lo que a ti te gusta, a mí me da miedo. Eso que a ti te da placer, que es una muestra de amor e intimidad entre tú y tu pareja, para mí es una fuente de miedo, de enojo, frustración y llanto.




Aún recuerdo mis años dorados, esos años en los que el sexo era la forma en la que descargaba las presiones de la semana. No habían tapujos, no habían vergüenzas… no sufría de anorgasmia.

Es rico tener a tu pareja dentro cuando lo que te provoca es placer y goce. Pero cuando eres incapaz de llegar al clímax la intimidad con tu pareja se convierte en un favor que haces por él, por miedo a que tu relación sea devastada por la disfunción sexual que sufres. El sexo no se trata solo de placer, también se trata de amor y por eso es tan vital para una pareja. Es como la confianza o la comunicación, sin estas dos, la relación se viene abajo.

Fuí mamá a mis 19 años y con mi pareja decidimos formar una familia. El sexo no significó lo mismo para nosotros después de casados. No solo ya no existía la “adrenalina” de saber que estábamos haciendo algo “prohibido”, además, cada vez que teníamos sexo me descubría jugando a ser estrella porno gritando. Esos alaridos funcionaban como una especie de permiso para que él diera por terminada su labor y para mí significaba que una vez más la impotencia de alcanzar el placer había ganado.





Al terminar él se volteaba satisfecho. Al terminar yo me volteaba con un nudo en la garganta… dos años de casados y ningún orgasmo. ¿Por qué? Me pregunté incontables veces. Las luces del cuarto se apagaban y esa oscuridad parecía apoderarse de mí, empezaban las incontables dudas, pensamientos, ideas, emociones, sentimientos. Enojo, ira, tristeza, repudio… ¿qué más podía sentir?

Fingir, fingir, fingir … resulté cansada. ¿Estaba siendo egoísta con él al no decirle la verdad? O ¿estaba él siendo egoísta conmigo al no saber cómo hacerme sentir placer? ¡¿A quién culpar?! No soy de las que grita. En mi mente mi matrimonio dependía del buen sexo y por ello cada vez que a mi esposo le entraba por llevarme a la cama yo sabía que tendría que gritar para que él no “buscara lo que yo no le estaba dando en casa, con otra…”.

No podía decirle lo que estaba sucediendo. Sería admitir que había algo malo conmigo o quizás hacerle sentir (aunque no fuera mi intensión) “menos hombre”. Muchas mujeres añoran que su esposo regrese a casa, consentirlo y si el “mood” de la noche se presta para ello… acabar envueltos en un momento de pasión e intimidad. Ese no era mi caso. Dejé de preocuparme por mi aspecto, busqué excusas para estar fuera de casa, nunca provoqué ni permití que ese “mood” surgiera entre nosotros y solo cuando de verdad no podía negarme a tener ese encuentro íntimo con mi pareja… permitía que sucediera.




Ya había tenido orgasmos, pero ¿por qué ya no lo conseguía? Pensé que estaba gorda, pensé que el contacto que en algún punto hicimos con la pornografía, había cambiado nuestra forma de disfrutar el sexo, culpé incluso a mi embarazo… quizás mi cerebro interpretaba al sexo como un peligro.

Me afané. Quería sentir. La lucha fue dura y larga. Perdí “mi valor” como mujer. En este punto ya no estaba triste, sentía enojo conmigo misma… ¿por qué no había hecho nada al respecto? ¿por qué me quedé de brazos cruzados y creí que “gritar” era mi única salida?

Lloré. Me enojé. Nunca había hablado de esto con nadie. A mi esposo por miedo a que me dejara. A mis amigas por miedo a que me vieran como un fenómeno. Con fuerzas… no sé de donde finalmente decidí que debía buscar ayuda. No sabía a dónde ir… fuí a la psicóloga, ¿a dónde más podía ir?

En ese duro proceso, en donde me enfrenté a la única persona que había ocasionado todo este problema (yo) descubrí que así como hacía falta “sexo” en mi relación también hizo falta “comunicación”, descubrí que tenía que aprender a decirle a mi pareja que algunas “cosas” ya no funcionaban, tendría que aprender a guiarlo en la cama. Y también tendría que superar heridas que ocasionaron que el sexo se convirtiera en presión, tensión y estrés. 

*La autora original del texto pidió anónimato

¿QUÉ NECESITAS SABER de LA ANORGASMIA?






Fuente: Julissa Martínez, sexóloga. 

Todas las noticias, directamente a tu correo

Recibe todas las noticias destacadas de Relato.gt, una vez por semana, 0 spam.

¿Tienes un Relato por contar y quieres que nosotros lo hagamos por tí?

Haz click aquí
Comparte
Comparte