Mi empleada me denunció por abusadora… y ¿lo que me robó dónde está? imagen

Hay empleadas domésticas que son víctimas de sus empleadores. No todas abusan de la confianza de sus “patrones”.

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… Hay empleadas domésticas que son víctimas de sus empleadores. No todas abusan de la confianza de sus “patrones”.

Como buena “millennial” me levante, abrí Facebook y mi día se arruinó. Resulta que las empleadas domésticas organizadas (…now that’s a thing) estaban denunciando abusos por parte de los empleadores.

“Qué descaro” –pensé 







Hace algunos años una empleada doméstica le clavó una demanda de miles de quetzales a mi señora madre por supuestos “abusos del empleador” entre los que figuraban falta de pago de salario, de prestaciones, horario laboral fuera del marco de la ley y muchos ambiguos e inventados “malos tratos”.

Desde que una empleada se acostó con el jardinero en la cama de mis padres, les robara sus argollas de matrimonio, un par de vestidos y luego posteara en Facebook las fotos de la boda (aparentemente patrocinada por nosotros)… mi mamá decidió que tendríamos únicamente empleadas por día.

Fue así como se contrató a Mayra, la cual trabajaba de 7:00 a.m. a 3:00 p.m. y gozaba de su hora de almuerzo, energía eléctrica, baño, cuarto propio, desayuno, almuerzo y hasta refacción. Además de su salario y de un buen trato en el que el buenos días, buenas tardes, por favor y gracias, que le vaya bien… nunca faltaron.

Mi madre decidió que remodelaría la casa y que los muebles y electrodomésticos podría vendérselos a un precio muy representativo… les aseguró que la sala, comedor y dos electrodomésticos le costaron a Mayra quizás unos Q4 mil que pudo pagar en cuotas sin ningún tipo de interés.

Aún con todos estos beneficios, Mayra decidió por influencias del marido (al que mi padre recomendó cuando este se quedó sin trabajo… y se presentó borracho a la entrevista) que iba a denunciar a mi madre por “abusos” y “falta de pago”.

La denuncia ante el Ministerio de Trabajo prosperó pues el único comprobante que mi madre tenía era unos recibos de pago firmados por Mayra que desaparecieron “misteriosamente”.

La demanda la ganó Mayra. 

El dinero que a mi madre le costó trabajo se lo chupó el marido. 

Y para Navidad de ese mismo año, Mayra nos escribió que sabía que se había equivocado y que nos mandaba saludos y su cariño. El mensaje no fue contestado, por supuesto. 

Dada mi experiencia sentí indignación cuando entre las noticias encontré que las empleadas denuncian a sus empleadores por abusos. Caí en el error de creer que todas las trabajadoras eran iguales… y las juzgué a todas por igual.

Pero Suleyma, quien desde sus 8 años ha trabajado como “empleada del hogar”, me encaró con otra realidad, una en la cual los abusos son cometidos por los patrones. 

Suleyma iniciaba su jornada laboral a las 7:00 a.m. y terminaba a las 7:00 p.m. y su salario era de tan solo Q2 al mes. Siempre en la lucha por sobrevivir, contrajo matrimonio y tuvo tres hijos. Al cabo de un par de meses su esposo la abandonó a ella y a sus hijos por otra mujer.

“La pura necesidad” me hizo aceptar un trabajo en la capital, lejos de mis hijos”, cuenta Suleyma. Era la casa de unos italianos y trabaje allí por dos años hasta que mi patrón intentó violarme, “me tiró a la cama y me dijo que yo iba a ser suya”, dice con lágrimas en sus ojos. “Empecé a gritar y gracias a Dios seño, alguien me escuchó”, continúa. Tocaron a la puerta y mi patrón se asustó… era el guardián y yo aproveché a pedirle que mandara a llamar a la hermana de mi patrona.

Cuando ella llegó le dije que me iba, que ya no quería trabajar allí porque el señor me había intentado atacar, le pedí que revisara mis cosas (que tenía ya listas en una bolsa) para que viera que no me estaba llevando nada y me fui sin trabajo, ni dinero.

Ser empleada del hogar es un trabajo con honor y a veces tenemos la suerte de que un buen patrón nos contrate, pero a veces nos tratan mal, asegura Suleyma.




Hoy, Suleyma es una mujer empoderada que forma parte de la Asociación de Empleadas Domésticas, una organización con más de 150 afiliadas en varios departamentos del país, y trabaja día con día para que las jóvenes mujeres que vienen a la capital en busca de trabajo conozcan sus derechos y obligaciones.

 Maritza Velásquez, directora de la asociación, indica que buscan respaldos legales –como la ratificación del Convenio 189 de la OIT– que permitan que las empleadas negocien con sus empleadores condiciones justas en cuestiones como el horario de trabajo, horas de descanso, vacaciones, o salarios justos. También, qué porcentaje de su salario corresponderá a casa y comida, entre otros. 







¿Estarías dispuesto a pagarle el salario mínimo 

y prestaciones de ley a las empleadas domésticas?


Por: Marysabel Aldana y Pamela Avilés

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