Yo también pido disculpas imagen

No sé si tenga la culpa, pero me crié en un contexto racista. Desde pequeña escuché decirle “chino” al de la tienda y reí repetidas veces cuando contaban el chiste de la “María y el Pegre”

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No sé si tenga la culpa, pero me crié en un contexto racista. Desde pequeña escuché decirle “chino” al de la tienda y reí repetidas veces cuando contaban el chiste de la “María y el Pegre” que venían a la capital y se perdían.

Creía tener conocimiento de causa que los indígenas eran resentidos, que si yo le decía a alguien “parecés indio” era porque tenía una actitud necia y abusiva. Escuché de gente cosas horrendas como: “la refajadita”, “indio tenías que ser” o “el pata rajada”. Escribo estas letras con profunda tristeza y vergüenza.

Cuando estudié un año en la Universidad de San Carlos recuerdo que había un chico guapísimo que a todas nos llamaba la atención, tenía camanances  y una sonrisa que nos robaba el aliento. Cuando en clase a un profesor se le ocurrió pasar la lista lo llamaron por su nombre completo y ¡vaya sorpresa! su primer apellido era Chocooj. Escuché risas y comentarios de mis amigas lamentando el suceso, el muchacho de la sonrisa encantadora era indígena y eso le restaba puntos.

Debo confesar que me siguió gustando, aparte era el que tenía mayor promedio y por supuesto que me llamaba más la atención su inteligencia que su apellido. Quizá ese fue el primer golpe.

Luego en la Universidad del Istmo conocí a una persona maravillosa. Rosy era su nombre y la recuerdo con gran estima y agradecimiento. Yo necesitaba trabajar para sostener mis estudios de periodismo y sin dudarlo me tendió la mano, renunció a su trabajo para que yo tomara su puesto.




En ese momento también me di cuenta que las actitudes de una persona ya sean buenas o malas no se definían por su raza sino por su corazón. Un catedrático al que admiro mucho preguntó indignado por qué le decíamos “la Menchú” a la Premio Nobel, todos nos quedamos callados sin saber qué decir. En mi proceso de cambio un compañero me apodó “La Fray Bartolomé” porque decía que yo defendía a los indígenas, el sobrenombre no era un halago sino una burla a mis argumentos.

Y así tengo varios recuerdos que lastiman mi conciencia, yo también dije en una reunión social que me sentía discriminada porque me decían “canchita” en el mercado pero en el fondo de mi corazón que me dijeran “blanca” afianzaba más mis aires de superioridad.

Y así fui recibiendo golpes fuertes a mi ego y a la forma en la que me habían dicho que era el mundo. Fui aprendiendo a amar sin importar quienes somos, de dónde venimos o a separar a la gente por su apellido.

Bajo el contexto de la disculpa pública que hizo la representante de la tienda virtual María Chula y ante los comentarios tan lamentables que la gente hizo quiero decir que yo también pido disculpas.



Evaluar el contexto de nuestras palabras es la lección que deja Codisra y la demanda que hizo en contra de la tienda virtual María Chula. 

Y a ti que te ofendió la demanda de la Comisión Presidencial contra la Discriminación y Racismo (Codisra) y la tachaste de extremista y ridícula te invito a evaluar tus sentimientos y tu lenguaje. Porque María Chula no significa nada si yo le digo ese piropo a mi cuñada que tiene el mismo nombre pero si lo coloco en un contexto que tiene que ver con tejidos indígenas estoy afianzando una actitud que anula totalmente la identidad individual de las mujeres mayas. Comprender esto, me llevó años. 

Estoy segura que la representante de la tienda no tuvo la intención de ser racista, incluso en sus declaraciones dice que el título se relaciona con su nombre. Y sí María es un nombre hermoso de origen hebreo que en lo personal me lleva a pensar en mi hija y a los cristianos en la madre de Jesucristo. Pero en Guatemala a alguien se le ocurrió relacionarlo para burlarse de las mujeres que portan un traje indígena y bajo ese contexto sí es peyorativo. 

Quizá Codisra debería evaluar la intencionalidad que tienen sus demandados, pero al final este hecho solo vino a afianzar nuestro racismo solapado, porque yo fui una de ustedes y no me daba cuenta. También traté de tener argumentos baratos para hacerle creer al mundo que tenía la razón. Siempre es momento de cambiar, espero que este sea el tuyo. 

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