Hace unos meses seguí en Instagram a la hija de Eugenio Derbez, Aislinn Derbez quien compartió parte de su embarazo con sus fans. Tras el nacimiento de su hija, Kailani ha subido muy recatadamente fotografías de los momentos que está viviendo como mamá
primeriza.
En algunos videos y fotos muestra la forma de cómo amamanta a su hija y me llamó la atención que lo hace tapándose con un enorme pudor, cuidando cada detalle y procurando que no se muestre ni siquiera parte del moderado escote.
Incluso en un video subido por la esposa de su papá, Alxjandra Rosaldo, bromean de la forma en la que se tapa hasta la cabeza. Casualmente esta semana me recomendaron ver la película MACHO y esta actriz forma parte del elenco. En una escena de sexo,
sale enseñando los pechos con un reducido brassier negro, y qué decir de la parte de abajo que deja muy poco a la imaginación.
Me causó gran interés estas dos personas, es decir la misma pero en diferente papel. La actriz, mostrando su delgada y curveada figura en una pequeña y sexy lencería y la mamá que amamanta a su hija en público, que lo hace con amor y con la mayor ternura
posible.
No entiendo cómo una se puede tapar y la otra no. Los dos papeles totalmente diferentes, su papel de madre la hace ver, incluso, más linda que sexy.
Respeto profundamente a las madres que les da pena amamantar en público, yo fui una de ellas. Cuando nació mi hija me daba una vergüenza enorme hacerlo en público, la misma pena que me daba mostrar más de lo que fuera necesario en un traje de baño en
una playa.
Cuando cumplió tres meses y dejó de dormir por largos período fui cambiando de opinión. La recuerdo asomar su carita al exterior, la manta era bastante incómoda para ella que quería estar comiendo y viendo cómo se movía el mundo a su alrededor. Cómo lo
hacemos todos, comemos y vemos nuestro entorno. Sentía que ella tenía el mismo derecho.
Entonces decidí amamantar en público sin ningún problema, busqué ropa adecuada y si no tenía puesta “esa ropa adecuada” no tenía problema en que mi hija se alimentara. Mi esposo me apoyó y jamás hizo un comentario que me impidiera sentirme cómoda.
Pero bueno, esa soy yo. Pero como asesora en lactancia apoyo a quienes les da pena, trato de sensibilizarlas y decirles que no necesitan salas ni cabinas de lactancia en los centros comerciales, aeropuertos o cualquier otro espacio público que les ofrezca
estos sitios para recluirse de un acto tan hermoso y loable.
A quienes no logro convencer y les sigue dando vergüenza les digo que existen muchas maneras de dignificar el acto de amamantar en público, sin recluirse o esconderse de la sociedad. Por ejemplo, las mantas no fueron útiles para mí pero si podrían ser
alguna alternativa para las más tímidas. También hay ropa confeccionada especialmente o utilizar ropa adecuada para que puedan enseñar lo menos posible.
Aunque debo confesar que me gustaría verlas amamantar sin ningún conflicto, porque dar de mamar no tiene absolutamente nada que ver con algo sexual. Me gustaría que juntas hiciéramos posible que este acto sea algo que se vea con naturalidad, como
cuando vemos a un bebé que toma el biberón o se come su papilla.