Quienes insultan y desprestigian están asesinando las redes imagen

Una herramienta de comunicación maravillosa como las redes son asesinadas por muchos quienes las usan para expresarse fuertemente y sin investigación o análisis insultan o desprestigian.

Las opiniones e imágenes de este artículo son responsabilidad directa de su autor.

Una herramienta de comunicación tan maravillosa como las redes está siendo asesinada  por muchos millenials, quienes la usan para expresarse fuertemente y sin investigación o análisis insultan, acusan, irrespetando la presunción de inocencia garantizada en leyes. Antes de una condena hay investigación, presentación de pruebas, juicio y sentencia absolutoria o condenatoria.

Decidí hacer este blog porque esta semana se viralizó la conversación de Guilfido Méndez, quien supuestamente insultó y amenazó a una joven. Inmediatamente, los moralistas de las redes atacaron y maltrataron a quien presuntamente maltrataba.

• Gua, ¿cómo le estás reclamando con ofensas racistas y de otra índole a quien aparentemente había insultado? Estás cayendo en lo mismo.

• ¿Conoces a Méndez para asegurar que es un repugnante maltratador de mujeres? Te apuesto que no. ¿Entonces, con qué propiedad aseguras cosas contra él?

• Analizaste la conversación. Te la comparto:

Supuestamente Guilfido: “Hola nena cómo estás”

Mujer denunciante ANÓNIMA: Quién eres”

Supuestamente Guilfido:Me llamo Guifido”

Mujer denunciante ANÓNIMA: “¿Me conoces o algo así?”



Se denigra a una persona sin explicación y sin saber qué pasó realmente.

Sigue la conversación entre insultos. Es interesante que empieza un sábado a la 1:43; continúa más tarde y finaliza el domingo. Si alguien me insulta lo bloqueo. Otra dato, si son amigos en el chat se saben sus nombres. ¿Por qué presentarse? ¿Analizaste esto antes de opinar?

• Horas más tarde, apareció la publicación de una chica de nombre Sofía disculpándose por el daño causado; después publicó Alejandra G. Valdez diciendo que usaron sus fotos para la disculpa, pidió apoyo para difundir su postura.

• Me detengo a analizar que pese a las explicaciones que les comparto, de las miles de personas que interactuaron por el caso, solo un porcentaje creerá en la inocencia de Guilfido, quedó señalado por siempre. Todavía siguen despotricando en contra de él y casi estoy segura que me criticarán feo por el atrevimiento a escribir de este asunto y sin acompañarme en el análisis. Personalmente creo que alguien cercano quiso darle una lección y se le fue de las manos.

Quienes interactuaron, pensaron en algún momento del riesgo al que sometieron a Méndez, quien cuenta que en la calle lo insultaban, le querían pegar, le decían “indio”, “negro”. “Sé lo que soy, un guatemalteco”, declaró acertadamente Guilfido, un guatemalteco como muchos de nosotros. Imagínense si alguien llegara al extremo de querer atentar contra su vida. Ahora bien, quienes publicaron pensaron en la esposa, la mamá y los hijos. En que pudo perder su trabajo y no tener con que darle de comer a su familia. No todo lo que se publica en las redes es cierto, hay diversos fines.

Los fines escondidos

En La República, Platón menciona que la Opinión Pública “es un lugar intermedio entre la ignorancia y el conocimiento”. Pero me llama la atención Cicerón cuyo concepto es: “el apoyo del pueblo”; mientras que David Hume la consideraba como “una fuerza política que sostiene o derriba gobiernos”. Heráclito decía que era la forma en que los hombres se dejaban engañar.

Por años, la opinión pública es manejada y se ha perfeccionado con técnicas para dirigir mensajes. Hoy, las redes sociales son la principal herramienta para este objetivo, en cuestión de minutos se viralizó una información que puede ser una acusación o ensalzar subliminalmente a alguien, el fin es provocar un comportamiento masivo.

Los jóvenes publican su vida en redes, poniendo en riesgo su propia integridad y se han vuelto esclavos de ellas como de sus teléfonos inteligentes. Quizá ignoran el bombardeo mercadológico y político a los que son sometidos.




Los Millennials (nacidos entre 1981 y 1995) constituirán en pocos años el 75% de la fuerza laboral del mundo, los ojos de los manejadores de masas están puestos en estos consumidores natos, quienes nacieron en la era digital, dominan la tecnología y operan diferentes programas a la vez. Son blanco perfecto de mensajes dirigidos que causan furor en dicha población que dedica hasta 8 horas diarias a la interacción por redes siendo sus mayores usuarios. Emiten opiniones basadas en el contexto y en la experiencia. Han vivido en un país, como Guatemala, donde les han fallado sus gobernantes y donde la cultura es el “negativismo”, por lo cual han borrado la posibilidad de que alguien acusado en redes sea inocente.




Los partidos políticos son amantes de los call center direccionados. La campaña política está por empezar, me imagino como se incrementará el uso malintencionado de las redes y para muchos, principalmente, los millennials ya no hay posibilidad de inocencia. Su generación predecesora, la “X”, sabe cómo filtrar estos mensajes. Miremos el caso de los Valdés Paiz, acusados del asesinato de Rosenberg, fueron condenados públicamente,  después de 8 años, el juez dice que las pruebas presentadas por el MP no son suficientes, váyanse a casa y a los fiscales los invitó a trabajar tres meses para presentar sustento ¿Y los años que pasaron presos? ¿Inocentes? La duda siempre quedará. En Guatemala habrá condenas, quizá de inocentes o de culpables, pero con penas máximas a las justas, por la presión. Si tenemos certeza critiquemos hay libertad, pero para qué insultar.

                                 Cuidado millennials no asesinen las redes

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