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Monsanto pierde los pantalones en un ensayo teatral. Recuperarlos le llevó a pensar en un proyecto relacionado a las artes visuales.

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PERDÍ LOS PANTALONES. Por Guillermo Monsanto

Perdí los pantalones y no de forma metafórica. Los dejé olvidados en el auditórium de la universidad después de la sesión sabatina del club de teatro. El hecho no tendría mayor importancia si dos coincidencias no lo hubieran aterrizado, al menos conceptualmente, en el vasto campo de las artes visuales. Recuperarlo no fue tan fácil. El proceso, de la manera en que se desarrolló, me llevó a pensar que aquello bien podría ser un proyecto para una bienal o una subasta.

Noté la ausencia de mi prenda hasta el día domingo. La necesidad de utilizar el cincho me hizo caer en cuenta, luego de buscarlo por todas partes, que lo había olvidado en el ensayo. Inmediatamente me comuniqué al chat del grupo, que tiene más de 26 miembros, consultando si alguno los había visto. Uno contestó “que lo había dejado en la sala porque nadie se manifestó como el dueño de los mismos”.

Regresé el día lunes; me dirigí a la conserjería y pregunté si los habían guardado. Allí me mandaron con el encargado del área quien, para mi alivio, me mandó a la secretaría general. Me atendieron muy bien. No estaban mis pantalones, pero en el rincón de las cosas perdidas puede ver una notable variedad de objetos olvidados. De allí fui a la otra oficina alternativa donde también se llevan las cosas que los estudiantes dejan sin percatarse. Encontré otro buen número de pachones, estuches con marcadores, computadoras, loncheras, libros, bolsas, y otros artículos ajenos al universo académico. Allí se me ocurrió que aquello podría ser un buen proyecto artístico relativo a la descontextualización de “objetos encontrados”. Todavía tuve que visitar dos oficinas más llenas de chunches.

Curiosamente mis pantalones estaban en un lugar donde no suelen aterrizar las propiedades olvidadas. Y más peculiar fue la actitud del sujeto que me los entregó preguntando “si tenía forma de demostrar que los pantalones eran míos” a lo que le respondí que “¿cuántas personas perdían los pantalones en la universidad, en el auditórium, el día sábado recién pasado?” Luego de pensarlo por unos segundos me los entregó sin mediar palabra de por medio.

La segunda coincidencia que me hizo pensar que el evento podría ser parte de una propuesta de alabanza curatorial, me lo brindó el libro que leía en ese momento: “Por trece Razones” de Jay Asher. En él aparece un estudiante, Ryan Shaver, con una aspiración artística que el autor nombró “la gaceta de los objetos perdidos”. Y en honor a mi periplo y al contenido del documento de Asher, se me ocurrió escribir estas líneas. Por cierto, no recomiendo la lectura del libro. Me parece soso, jalado y un tanto absurdo.

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