En algún momento de mi vida empezó a llegar a mis manos, más allá de lo que podría interpretarse como usual, información dispersa. Biografías, catálogos, fotografías, crónicas, libros, separatas, artículos de prensa y otros papeles que, para la mayoría de la gente, no eran otra cosa que basura. Material artístico cuyos contenidos fueron un abstracto que solo ocupaba lugar en los trasteros de la familia. Papeles para incinerar el 7 de diciembre o bien materia prima para cohetes y piñatas. En un país como Guatemala esas cosas sobre el arte, hombres y mujeres notables, aportes diversos o la arquitectura, son irrelevantes y a veces, peligrosas. Siempre hay otros problemas que resolver y la cultura artística puede esperar para el futuro. En otras palabras, los burros al zacatal.
Fue a partir de ese inefable destino, donde surgió lo inusual; tanta información, regada por distintas partes, tomó otro destino. Con ese ejercicio de recopilar me llegó, en 1996, la misión de escribir. Con ella, más allá del campo crítico con el que comencé mis primeras columnas, la necesidad de preservar memorias para el futuro. Me convertí sin darme cuenta en rescatista por un lado y en narrador, por el otro. Todo ello, asegurando un lugar para el arte en papeles que hoy se atesoran en la Hemeroteca Nacional de Guatemala y que dan noticia de un tiempo, los humanos notables y sus logros. Allí duermen mis primeras letras.
Niño geopolítico observando el nacimiento del hombre nuevo. Salvador Dalí Domènech, 1943, oleo sobre lienzo. Museo: The Salvador Dalí Museum (ciudad de San Petersburgo, Florida, Estados Unidos), estilo surrealista, características: 45´5 x 50 cm.
Aceptando la propuesta, de relato.gt me muevo al universo digital. Un campo bastante nuevo para mí, pero que me da la oportunidad de registrar mis investigaciones en un espacio a la inmediata distancia de un cómodo buscador. Mismo que le da la oportunidad, a lo que escribo, de multiplicarse hacia los que ya no se interesan en los rotativos para informarse. De todos modos, muchos de estos periódicos, siguiendo un rating que ellos mismos desnutrieron de ideas, están dándole un ataque mortal a sus secciones culturales transformándolas en desiertos carentes de contenido. No les interesa crear criterio, formar, solo quieren entretener y vender. En fin, ellos no notarán las arenas movedizas en las que están sembrando hasta que la trampa los rodee y sea demasiado tarde. Harina de otro costal.
En plena conciencia de lo que acá registraré, bautizo mi columna con el nombre Para el Futuro. En algún momento habrá quién se interese en la cultura creativa del país y cuando rastree información la encontrará acá, en relato.gt – Pueden contactarme en guillermonsanto@yahoo.com