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Están indignados, lo entiendo. Tomaron una actividad acostumbrada para la devoción católica y la usaron para otra cosa pero ¿qué clase de cristianismo predican los que insultan de vuelta? ¿No se supone que poner la otra mejilla es lo que se debe hacer?

Leí comentarios insultando a esas mujeres por ofender la fe católica. Y no pocos, ¡muchos!

Está bien estar en desacuerdo pero si tu primer instinto es insultar a los demás, entonces quizá podrías revisar la viga en tu propio ojo e ignorar la paja, en forma de procesión de vulva, en el ojo ajeno.

Estas chicas estaban buscando cambiar el mundo, correcto. Buscaban incomodar y vaya si no lo lograron. Usaron, a propósito, uno de los recursos más significativos de la cuaresma y la semana santa para llevar su mensaje, la semiótica no les faltó. Todo fue una intensa analogía en contra de lo que ellas consideran que ha fallado a las mujeres. Y ese es el mensaje que quizá la iglesia debería escuchar. ¿Por qué hay mujeres en las calles dispuestas a perder su tiempo y dinero exponiéndose de esa manera en contra de la iglesia y el patriarcado? ¿Están lastimadas por esa misma iglesia, quizá? Escuchar a los demás no te convierte automáticamente en su aliado, solo es escuchar. Contenerte el insulto aunque te sientas ofendido, no es ceder, es amar. Amar: el primerísimo de todos los mandamientos de Jesús, el mismo por el que sacan cada procesión, por el que existe la cuaresma, la semana santa, la iglesia católica.

Al final del día, lo que les pido es predicar con sus obras. ¿De qué sirve defender la fe si lo hacen con insultos? No defiendan a Jesús insultando a los demás, porfa.

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