Las artes especializadas de Guatemala comparten un doloroso camino que suele orillarlas hacia el terreno de la indiferencia y, finalmente, al del olvido. El deplorable sistema educativo, el autor intelectual del crimen que está corroyendo las potenciales mentes del país, ha redundado en limitados públicos que orbitan alrededor de cada rama creativa, sin llegar a ser verdaderamente significativos, porcentualmente.
Con excepciones muy puntuales, la desidia hacia las artes escénicas -principalmente- y la incomprensión de su producto profesional, no ayuda a forjar registros significativos dejando que generaciones completas de artistas se pierdan en el tiempo. El desinterés es tanto que no hay, en ejercicio consistente, estructurado y coherente, críticos que dediquen su conocimiento a evaluar el trabajo de los distintos autores. De hecho, a muchos de los medios impresos no les interesa ya generar ningún tipo de opinión.
Entre tanta precariedad es sorprendente que exista un movimiento creativo en el país. Sin embargo, el arte al igual que la vida, se abre paso y logra, por pura necedad y constancia, un espacio que defiende con uñas y dientes. Además, cuenta con el apoyo de algunos mecenas qué facilitan medios que les permiten desarrollarse integralmente. Uno de ellos, Juan Carlos Flores Gordillo, quien, en un acto de amor hacia su madre, le regaló la publicación Lo que soñé… lo vivo. Trabajo que registra, en gran medida, el arte activo en esta nación. De este modo les regaló a los artistas un compendio particular que anota la labor compilatoria de María Eugenia Gordillo por medio de la medalla anual Artista del año y deja un legado tangible para la historia del hecho artístico.
A través de la presea se han reconocido trayectorias, trabajos destacados, influencias generacionales y singularidades. Reconocimientos únicos y constantes de estímulo. He allí, la selección y condecoración de lo mejor, en donde radica el mayor valor de la propuesta.
El libro, editado por D´Buk Editors, relaciona protagonistas activos entre 1980 y 2015. Danza, teatro, literatura, artes visuales, locución artística, música y organizaciones diversas (como academias, galerías de arte y diversos comités e iniciativas) permiten construir el perfil de 35 años de intenso y variado trabajo. Aunque en el libro no aparecen todos los que son, a partir de las biografías de los que sí han ganado las medallas, se puede seguir construyendo esa esencia de una actividad que hasta el momento había pasado desapercibida en este tipo de registros.
Alrededor de 500 biografías de hombres y mujeres valiosos que han contribuido con su trabajo al universo de la cultura nacional. Semillero cuyos públicos conforman una pequeña legión de gente sensible al arte, cuya presencia en salas de teatro, conservatorios, espacios alternativos y galerías de arte, complementan ese cosmos complejo del hecho creativo.
PARA EL FUTURO, BLOG DE ARTE Y CULTURA DE GUILLERMO MONSANTO
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