Fideicomisos de la Muni: “Tenga cuidado que esa gente no se tienta el alma” imagen

Como seguí fiscalizando los fideicomisos de la Muni, un día Ríos Montt me dijo: “Tenga cuidado que esa gente de Arzú no se tienta el alma y le pueden hacer daño”.

Las opiniones e imágenes de este artículo son responsabilidad directa de su autor.

En el anterior relato conté lo difícil que fue la ardua, trabajosa y peligrosa tarea que asumí al fiscalizar al mago e intocable rey de los fideicomisos en Guatemala, es decir al mismísimo Tonatiuh en persona, como se le ha denominado a Álvaro Arzú.

El peligro de tal fiscalización era tan real que incluso el mismo Ríos Montt, habiendo coincidido en una sesión del Congreso, me expresó: “Usted está haciendo algo que nadie se atreve a hacer, pero tenga cuidado que esa gente de Arzú no se tienta el alma y le pueden hacer daño”. Imagínense ustedes lo riesgoso que fue esto, que hasta el mismo Ríos Montt (siendo quien es y con la historia que le acompaña) me advirtiera sobre las implicaciones de fiscalizar los famosos fideicomisos. 

Si el citado personaje me dijo eso, dejo a su imaginación las expresiones del resto de diputados en relación con mi labor de fiscalización de los famosos fideicomisos, ya que en voz baja todos acuerpaban estas acciones pero ni uno solo se pronunció frente al tema. Está claro: el resto de políticos, por miedo, complacencia o contubernio no le han contado ni le contarán las costillas.

En lo particular, tenía y tengo plena conciencia acerca de a quién estaba enfrentando y debo aclarar que esta labor no la realicé por capricho o mala fe. Esta labor la hice por estar convencido de la necesidad de hacer valer la vigencia del Estado de Derecho, el imperio de la ley y la rendición de cuentas de todo funcionario y empleado público que maneje millones o unos pocos centavos del presupuesto nacional.

Tenía claro además que estaba auscultando y fiscalizando a un ex Presidente, al Alcalde de la ciudad más grande de Centro América y a un hombre con un innegable e ilimitado poder económico y político. Pero también tenía claro que estaba fiscalizando a un personaje como Arzú, cuya historia de prepotencia, abuso de poder, caciquismo e ínfulas de intocable son del conocimiento público, y no ignoraba que el personaje fiscalizado nunca ha sido sometido al imperio de la ley y que es de esas personas a las que le “encachimba” cualquier tipo de control por legal y legítimo que sea; y que así como fue capaz de meterle una bofetada a un sindicalista en plena Municipalidad, fue capaz de decir –sin el menor de los rubores y las preocupaciones– que a la prensa “se le pega o se le paga”. El retrato del personaje no necesita mucho trabajo.

Por eso cuando declaró, interrogado por los periodistas acerca de las peticiones que le estaba formulando en mi calidad de diputado al Congreso de la República, “¿y quién es ese diputado? No lo conozco”, no me extrañé porque dicha frase solo me confirmó la soberbia que siempre le ha caracterizado.

Aun conociendo a quién enfrentaba, con todos los problemas, preocupaciones, precauciones, limitaciones y riesgos, decidí seguir con mi objetivo de fiscalizar los famosos fideicomisos. 

Como el alcalde Arzú se negó a entregarme lo solicitado, no me quedó más remedio que plantearle un amparo para que fuese por la vía judicial que me entregara la información requerida. 

Este esfuerzo legal dio como resultado que una Sala del Ramo de lo Civil, constituida en Tribunal Constitucional de Amparo, aun con una resolución ambigua, me reconociera el derecho de fiscalizar los fideicomisos de la Municipalidad de Guatemala.

No conforme con el fallo, el referido Alcalde acudió a la Corte de Constitucionalidad planteando un recurso de apelación, ya en esa instancia una resolución ambigua reconoció mi derecho, pero una Corte complaciente, con tal de no quedar mal con el referido funcionario, señaló que la información solicitada debía entregárseme a través de la Contraloría General de Cuentas. 

La historia nos dice que el poder omnímodo del alcalde Arzú, si no lo hace valer por medio de la política, lo hace valer por la vía judicial… pero de que termina ganando, termina ganando.

¡Aliviados estábamos! Toda vez que la famosa Contraloría General de Cuentas, por aquellos días no se atrevía ni siquiera a pegarle una mirada a las cuentas del todo poderoso Alcalde, mucho menos a hacerle por lo menos un simulacro de auditoría.

A pesar de todo, fruto de la batalla política y legal, así como de las tibias resoluciones de las Cortes –que siempre fueron complacientes con el jefe edil–, logré que la Contraloría creara una Unidad de Fideicomisos y que por primera vez el referido Alcalde entregara información valiosa y que se rindiera un informe mínimo, limitado y poco profundo de los fideicomisos que a su sabor y antojo manejaba y sigue manejando.

El informe relacionado, aunque lo consideré poco profundo y hasta complaciente con el jefe edil, sirvió para demostrar por lo menos lo siguiente: los fidecomisos de la Muni son búnkeres o santuarios sagrados manejados a sabor y antojo del alcalde Arzú. Son parte de su secreto mejor guardado.

La Contraloría General de Cuentas ¡tiembla –literalmente– cuando se trata de fiscalizarlos!

No ha existido una verdadera auditoría de fondo, seria y responsable sobre los mismos.

Su manejo excesivamente discrecional y arbitrario a través de comités técnicos ad hoc a la causa del alcalde Arzú demuestran que dichos instrumentos en realidad son instrumentos políticos de la administración Municipal para manejar discrecionalmente, sin transparencia y muchas veces fuera del marco legal, recursos del municipio de Guatemala.

Son bolsones que sirven para contratar discrecionalmente a una considerable cantidad de personas en todos los puestos y cargos cuyas nóminas contienen verdaderas sorpresas, incluyéndose “ciudadanos notables” y “personalidades destacadas”.

Es a través de estos fideicomisos que el alcalde Arzú mantiene una bien aceitada red de alcaldes auxiliares remunerados que en buena medida es la que le ha garantizado el triunfo electoral en reiteradas oportunidades.

Las inversiones de los fondos municipales de los fideicomisos son totalmente libres y discrecionales, demostrándose con el primer informe a la Contraloría, que normalmente dichas inversiones se hacen en condiciones desfavorables para el municipio y cobrando intereses menores por este tipo de inversiones.

Esto fue lo que descubrí fruto de una auditoría limitada, complaciente y miedosa y es un verdadero mínimo. 

Estoy seguro de que con una verdadera auditoría seria, profesional, profunda, valiente y responsable, se puede descubrir toda la “verdad verdadera” de los famosos fideicomisos que siguen siendo el secreto mejor guardado del alcalde Arzú y su equipo de trabajo, y esto explica por qué se resistió y se negó a rendirme cuentas voluntariamente. También explica el por qué de otras aberrantes actuaciones suyas que relataré más adelante.

Me queda la satisfacción de haber realizado como diputado una labor que nadie más de mi época y de las posteriores legislaturas, incluida la actual, se ha atrevido a hacer sea por miedo, complacencia, contubernio o por tener la cola machucada.

Mi criterio es y será: En donde se maneje un quetzal del presupuesto nacional allí debe haber rendición de cuentas. Y señor alcalde Arzú: usted no maneja un quetzal sino millones de millones de quetzales en sus fideicomisos y por lo tanto debe rendir cuentas. Y aunque se enoje le recuerdo el precepto constitucional: “Todos los funcionarios están sujetos a la ley y jamás son superiores a ella”. Usted simplemente es funcionario.

CONTINUARÁ… 

BLOG EL CONGRESO DESDE SUS ENTRAÑAS: POR ANÍBAL GARCÍA




Abogado, diputado al Congreso de la República en el período 2007-2011. Candidato a la Presidencia de la República en las elecciones de 2015.

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