Esta tierra es mía: El blog de cine de Alfonso Portillo imagen

Estoy enterado de que un fragmento de esta película ha circulado por las redes más o menos de manera generalizada. Ignoro quién lo ha promovido y tengo mis dudas acerca del propósito.

Las opiniones e imágenes de este artículo son responsabilidad directa de su autor.

Esta tierra es mía. Director, Jean Renoir. Con Charles Laughton y Mauren O`Hara. Estados Unidos, 1943.

“Si la libertad significa algo, será, sobre todo, el derecho a decirle a la gente aquello que no quiere oír”.

George Orwell




Hace un mes y medio, mi amigo Guillermo Castillo me hizo llegar el video de un discurso de despedida de un maestro francés antes de ser llevado al paredón. Las palabras del profesor, además de conmoverme, me invitaron a investigar de qué película se trataba: Esta tierra es mía. El protagonista principal, Charles Laughton, desde luego me trajo gratos recuerdos por ser uno de los actores favoritos de mi padre, quien siempre me hablaba de esta personalidad tan especial. No era Laughton un galán del cine, en el sentido estricto, pero sus características físicas y su capacidad histriónica lo convertían en un actor único.

Por supuesto agradecí a mi amigo el haber compartido el video y me propuse localizar la película. La he visto y he disfrutado de una obra cinematográfica de gran calidad, a pesar de que no se contaba con todos los adelantos técnicos.

Estoy enterado de que el video en mención ha circulado por las redes más o menos de manera generalizada. Ignoro quién lo ha promovido y tengo mis dudas acerca del propósito.

Viendo la película, me llamó la atención el porqué solo se ha difundido una parte de la misma, cuando en realidad tiene tantas escenas que muy bien podrían servirnos para reflexionar a todos los guatemaltecos.




Estoy seguro de que no fue la intención de mi amigo el parcializar la verdad. Digo esto porque en temas económicos, sociales y políticos solemos solo contar la parte que nos beneficia o que represente las ideas que queremos inculcar.

En mi época de estudiante fui víctima de la ideologización y parcialización de la verdad. Hoy, después de muchos años de estudio y de vida, la realidad se impone sobre las teorías y los modelos. Como dijera John Kenneth Galbrait a propósito del economista Paul Samuelson: “Es un brillante maestro y tan sensato que sabe que cuando sale del aula entra a la realidad”.

Cuando uno ve el video de marras entiende que quien lo ha promovido se considera violentado en sus derechos y quiere hacer consciencia en los ciudadanos de la importancia de defenderlos aun a costa de la vida. Interesante cuestión: creer que en Guatemala, los derechos a la vida, la libertad y la propiedad siempre han sido respetados pero que hoy se encuentran en peligro.

Esta tierra es mía

Extraordinaria película, empezando por el título: Esta tierra es mía. Desde luego el título no conlleva el espíritu de propiedad; conlleva, eso sí, el sentido de pertenencia a una nación y el espíritu de independencia y soberanía.

La historia narra el surgimiento de la dignidad y valentía en un maestro oscuro y cobarde, en el contexto de la invasión nazi a Francia. En el desarrollo de la cinta pueden observarse los sentimientos que brotan en los ciudadanos tras una cruenta ocupación: el colaboracionismo, la cobardía, el oportunismo, la dignidad, el nacionalismo y la resistencia.

Así, vemos a empresarios colaborando con el invasor, la cobardía de las autoridades políticas, el oportunismo de comerciantes, la dignidad de los maestros y el nacionalismo y resistencia de un pueblo que se niega a aceptar a los invasores.




Dos discursos históricos

Hay en la cinta dos discursos del profesor que concentran su esencia y su mensaje.

El primero de ellos lo pronuncia ante el tribunal que lo juzga por un crimen que no cometió; el segundo ante sus alumnos, antes de ser fusilado.

Vale la pena transcribir lo más importante de ambos.

“La lucha es muy dura. No solo hay que luchar contra el hambre y contra la tiranía, hemos de luchar primero contra nosotros mismos. La ocupación, cualquier ocupación, en cualquier país es posible solo porque estamos corrompidos. Soy el primero en acusarme; por flaqueza y por comodidad no protesté de que se mutilara la verdad en nuestros libros de texto. Mi madre me conseguía alimentos y leche y yo los aceptaba sin ver que se los estaba quitando a niños y a gente más pobre que nosotros. Usted es carnicero, señor Novet, naturalmente quería sobrevivir y el mercado negro era la solución. Su negocio prospera porque vende carne en la trastienda, diez veces más cara; se la ha vendido a mi madre, quien también es culpable como lo era yo al comérmela. Y a usted, señor Millet, le va muy bien en su hotel, aunque esté lleno de alemanes. Jamás había vendido tanta champaña a mejor precio, nuestra moneda no tiene el respaldo de un tesoro nacional…claro, pero con ese dinero está usted comprando propiedades. Lo mismo que hace el señor alcalde, y podría decirse también de muchos de ustedes. Si la ocupación dura mucho, los que sepan aprovecharla serán los amos de la ciudad. No les reprocho que se aprovechen, pero todos somos culpables por hacer posible la ocupación y porque de esa manera caemos en las garras de los invasores del país. Los únicos dueños aquí son los soldados alemanes y por eso sé que deben condenarme a muerte, no por asesinar a George Lambert, cosa que no hice, sino porque he dicho la verdad ante todos ustedes, y la verdad no puede existir durante una ocupación: es muy peligrosa. La ocupación solo se alimenta de grandes mentiras, igual que todo ese horrible estado de cosas que llaman ‘el Nuevo Régimen’. Oficialmente me declararán culpable de asesinato, pero no se preocupen, amigos, que, aunque me declararan inocente y saliera en libertad de este tribunal, inmediatamente sería detenido y puesto contra una pared y ustedes también”.




Una vez absuelto, el profesor se dirige hacia su escuela –consciente de que impartirá su última lección: “Me temo que ya no daré mas clases, no sé cuánto tiempo me queda aún. Como la lección de hoy será muy breve, he querido elegir un buen libro, uno que me prestó el profesor Sorel. No lo quemaron con los otros porque lo escondí en mi casa y así lo salvé del fuego; todo lo que van a oír ahora es algo que escribieron grandes hombres. Fue escrito en una noche de entusiasmo hace ya mucho tiempo, 150 años. Eran hombres de diferente condición; los había prósperos y muy pobres, religiosos, comerciantes y no entraron en polémica, se pusieron de acuerdo aquella noche maravillosa. Otros hombres querrán destruir este libro, es posible que acabe en el fuego, pero no lo borrarán de la memoria, ustedes lo recordarán siempre y de ahí su enorme importancia: ustedes son el nuevo País.

Declaración de los Derechos del Hombre

Artículo Primero: Todos los hombres nacen y permanecen libres, con los mismos derechos.

Artículo Segundo: La finalidad de los partidos políticos es la de proteger los derechos naturales e inalienables del hombre, el derecho a la libertad, a la legítima propiedad y la resistencia a la tiranía.

Artículo Tercero: El principio de todo gobierno, reside en la propia Nación, ningún grupo, ningún individuo puede ejercer una autoridad que no emane única y exclusivamente del pueblo.

Artículo Cuarto: La libertad nos faculta para poder hacer todo aquello que no perjudique a los demás.

Artículo Quinto: La ley tiene derecho a prohibir todos aquellos actos que puedan perjudicar a la sociedad.

Bien, he de irme, no por perjudicar a la sociedad que son ustedes, sino porque perjudico a la tiranía”.

En este momento de su discurso, el profesor se detiene y es conducido por los soldados alemanes hacia el fusilamiento. Al despedirse de su compañera maestra, Louise, le entrega el libro de la Declaración y dice a sus alumnos: ¡Adiós, ciudadanos!

El final de la cinta es de un gran simbolismo: la maestra Louise toma asiento en el escritorio del aula y continúa leyendo:

Artículo Sexto: La ley es la expresión de la voluntad de un pueblo, los ciudadanos tienen derecho a redactarla personalmente, o eligen libremente a quien los represente para ello y debe ser igual para todos, tanto si les protege, como si les castiga; al ser todos los hombres iguales ante los ojos de la ley es también el derecho que tienen a ocupar cargos públicos, según su capacidad y sin otra distinción que la de su virtud y su talento.

Bellísima película, que debería ser obligatoria en todas las escuelas.

Hasta la próxima.

ATRACCIONES: EL BLOG DE CINE DE ALFONSO PORTILLO




Alguna vez fue Presidente pero eso no importa aquí, en esta columna solo escribirá de cine y literatura.

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