Esta no es una crónica, sino una reflexión sobre cómo los amantes del fútbol hemos dejado de disfrutar nuestro propio deporte por estarlo comparando con otras realidades. El fin de semana se disputaron dos clásicos ¿cuál crees que vio la gente?
España vs. Guatemala
Gracias a Dios ambos partidos se jugaron en horarios diferentes, porque así los seguidores tuvimos la opción de ver los dos. El domingo, como pocas veces, almorcé en la calle con mi familia y me sorprendió la cantidad de personas que portaban una camisola del Real Madrid o del Barcelona, pero ninguno del balompié nacional.
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Culturalmente, estamos acostumbrados a ningunear lo que venga de adentro y exaltar lo que tenemos a través de la televisión y eso nos convierte en los crueles litigantes de nuestro propio fútbol.
Los seguidores hablaban en todo momento de lo que hacía Cristiano Ronaldo, su celebración y luego su expulsión, pero nadie analizaba lo que podía pasar en las próximas horas con un duelo en el que los campeones se enfrentarían a su archirrival, quien había tenido un mejor inicio de temporada.
Cuando le preguntaba a los niños por qué equipo iban, inmediatamente me respondían alguno de los dos gigantes de Europa. Ninguno a cremas, rojos u otro club de Guatemala.
En el estadio
El estadio parecía lleno, pero no fue así. Un total de 8 mil 224 personas se acercaron al recinto deportivo. En su mayoría cremas identificados y por ahí uno que otro rojo colado, que no se quiso perder el juego.
Siendo un duelo entre equipos de gran trayectoria, es muy poca la afición que se hizo presente. ¿Habría cambiado si el juego fuese en la mañana? Sí, pero para mal y eso no es alentador, sumado a que buena parte de esos aficionados llegó al estadio con camisolas de otros equipos, específicamente de los dos monstruos que se habían enfrentado horas antes.
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Aunque parezcan situaciones superficiales, son algunas de las razones por las que nuestras nuevas generaciones prefieren discutir por un partido internacional y “les da hueva” el fútbol nacional, el nuestro… el que tenemos cerca y podemos disfrutar cada fin de semana.
Lo que esto cuesta a nuestro fútbol
Años atrás, cuando aún era pequeña, recuerdo que los estadios estaban a reventar cada domingo. No digamos cuando se jugaba un clásico. Esas eran fiestas, con bombos y platillos. Los jugadores recuerdan el grito de miles de guatemaltecos que llegaban a los graderíos para cantar goles, alentar, para salir de su realidad y disfrutar 90 minutos de pasión. Ahora son unos pocos. Hay localidades en el estadio que tienen unas 100 personas, si les va bien. “Esa no es presión como la vivimos nosotros” me han dicho varios exfutbolistas.
Económicamente, esta situación también crucifica a nuestros deportistas. Si bien no se vive de la venta en taquilla, se cubren buena parte de los gastos que un partido representa. Desafortunadamente en nuestra liga hemos visto más endeudados que clubes solventes. Poco a poco esta situación ha obligado a varios equipos a desaparecer.
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Las personas piden inversión en la contratación de jugadores, pero obtener el dinero no es fácil. Así es como logramos alejar a las niñas y niños del deporte más bello del mundo, producido en nuestra tierra.
Gana el fútbol internacional, el que invierte, el que tenemos en la televisión y no debemos arriesgarnos al salir de casa, el que deslumbra, el que tiene millones de aficionados en el mundo y que casi siempre ganan.
Pierde el fútbol que consideramos mediocre, al que le deseamos su desaparición sin importar que todas esas masas que ha movido, luchen por recuperar o mantener el deporte, cae constantemente y no improvisa genialidades…aunque sea el nuestro.
¿Cómo pretendemos que nuestro fútbol crezca, se desarrolle, se convierta en una potencia si nunca lo apoyamos?
Imagen de portada con fotos de Bryan Anton, Jennifer Gómez y Fox Deportes.