Nicaragua estalló en protestas. Una reforma decretada, el pasado miércoles por el Gobierno del presidente Daniel Ortega, en la que aumentó el monto de cotización a patronos y trabajadores, así como la imposición de una rebaja del 5 por ciento a la pensión de jubilados para atención médica, provocó que miles de personas salieran a las calles a protestar.
El dinero que iba directamente para los ancianos fue arrebatado. Las trabajadores activos tendrían que pagar aún más impuestos. Ortega no consultó a la población sobre las reformas y causó el disgusto de los nicaragüenses.
Los centros educativos suspendieron clases. Inmediatamente salieron a protestar de manera pacífica los estudiantes de las universidades más importantes de Nicaragua, acompañados de civiles que intentaban apoyar a los damnificados por estas reformas. Ortega no se quedó con los brazos cruzados y envió a miembros de la policía antimotines.
El punto de quiebre
Gases lacrimógenos, balas de goma y morteros eran lanzados por parte de los cuerpos de antidisturbios. Empezaron a agredir a protestantes, entre ellos jóvenes y ancianos jubilados. Además, Ortega ordenó la suspensión de varias televisoras y noticieros nicaragüenses para evitar que estos transmitieran las protestas.
Por si fuera poco, la Juventud Sandinista, un grupo que apoya al gobierno de Ortega, se unió a los ataques de la policía con piedras y palos en mano. Sin escrúpulos, hirieron a 18 periodistas que documentaban los sucesos. Cubiertos con cascos de motocicleta o pasamontañas, atacaban a cualquier protestante.
“El Gobierno culpa a los jóvenes protestantes, pero ellos ni siquiera llevan armas. Mientras, la policía y la Juventud Sandinista andan armados y con todo”, explicó Jade Ulloa, una maestra de Managua, quien vivió de cerca las protestas iniciales.
Estas agresiones solo provocaron que más personas salieran a protestar y, a su vez, se tornaron más violentos. Otros empezaron a crear centros de acopio llenos de víveres para aquellos que salieran a protestar y resultaban heridos. Sin embargo, tanto la policía como la Juventud Sandinista, atacaron y saquearon, según los universitarios.
Luego de tres días
Piedras por doquier. Rastros de incendios, marcas de balas e incluso sangre sobresalen en algunos rincones de Nicaragua. Tiendas y locales cerrados. Uno que otro valiente transita en su carro, mientras el silencio de las calles se vuelve abrumador. El humo asfixia a cualquiera que sale y vuelve más tenso el ambiente.
Las redes sociales han mantenido conectadas a las personas, en la cual miles de usuarios han denunciado agresiones de fuerzas antimotines y sandinistas. Videos de trifulcas, peleas entre jóvenes y policías, inundan los muros de las principales plataformas. Varios se esconden, preocupados que en algún momento un sandinista o policía los encuentre para matarlos.
Hoy, ascienden hasta siete los muertos en las protestas y los heridos mantienen ocupados a los hospitales. La descripción de “purga” se guarda en la mente de aquellos universitarios que huyen de policías y sandinistas. Algo que comenzó pacíficamente se tornó en una zona de guerra.
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Fuentes
La Prensa Nicaragua
CNN
El Nuevo Diario