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Hoy diez peces gordos fueron detenidos por el caso Transurbano, un Presidente y varios ministros enfrentarán a la justicia por corrupción, pero el cerebro detrás del multimillonario negocio, aún anda suelto. Luis Gómez, Luisito, como le conocen sus allegados, creó un imperio económico a costillas del dinero que el Gobierno le entregaba para mantener seguro y bajo el costo de la movilidad masiva en la capital.




La muerte de pilotos, extorsiones y la constante amenaza de paro en el servicio de transporte colectivo, le dieron a Luis Gómez las cartas para negociar con el gobierno de Álvaro Colom. La idea era simple, crear una empresa de transporte que aglutinara varias rutas y así evitar el desorden social.

El pago, un millonario subsidio que mantendría a Gómez, junto a sus socios tranquilos y la promesa de un servicio regular sin violencia. Para tales efectos, se pactó la compra de 3 mil 150 unidades, pero esta se incumplió y solo 455 buses fueron adquiridos.

De 2011 a 2016, el meganegocio entre Gómez y el gobierno de Colom, rindió frutos y como subsidio los transportistas debían haber recibido Q1 mil 133 millones. Sin embargo, el atraso en el pago del aporte estatal, el subsidio, que solo había entregado Q850 millones generó molestias entre los transportistas.

Nosotros los Gómez

Oriundos de Palencia, la familia del ahora gran ausente, Luis Gómez, llegó a la capital y se instaló en la zona 6. Su chispa e ingenio los llevaron a incursionar en el negocio del transporte público y fue así como se conformaron como socios de la empresa EGA.

Gómez aseguró siempre que con trabajo honesto y tesonero logró adquirir algunas unidades y comenzó a prestar el servicio junto a sus familiares. “Empecé con un par de buses que trabajé y luego fui comprando otros”.

Para 2010, la municipalidad capitalina ya les había otorgado 109 rutas de buses por un plazo de 25 años. Con astucia y el poder que le confería ser uno de los transportistas más grandes de la urbe, Gómez toma el control de la Asociación de Empresarios de Autobuses Urbanos (AEAU). 

Y es aquí donde Gómez, al igual que Joviel Acevedo, encuentra la forma de doblegar al Gobierno. No había negociación, las demandas de Gómez y sus asociados se cumplían y así se podía evitar el colapso en la movilidad de la ciudad.

Junto a la cuota de poder, llegaron los negocios oscuros con los fondos del Estado. En 2008, la Contraloría General de Cuentas reportó que recibos por Q12 millones fueron extraviados por AEAU y que el destino de los fondos nunca se pudo determinar. Además, en 2011 los registros contables de la AEAU de Gómez, no pudo justificar pagos a terceros que se efectuaron con fondos del subsidio al transporte público.




En todas las auditorías que efectuó la CGCN se resalta que los registros contables de la asociación son por mucho pésimos y es imposible determinar la calidad del gasto que esta entidad realiza.

Y ¿a dónde fue el dinero?

Los Q35 millones que recibió AEAU, periódicamente, del Gobierno llegaron a varios lugares, excepto al mejoramiento del servicio del transporte público. En 2012, unos 70 empresarios del transporte público denunciaron a Gómez y sus negocios con el dinero del subsidio.

Los transportistas aseguraron que Gómez y su junta directiva les descontaba Q1 mil 566 de los Q7 mil 193 que debía recibir por cada unidad por concepto de subsidio estatal. El descuento servía para financiar pagos de favores políticos, campañas o compra de voluntades.

La AEAU nos amenazó con dejar de entregarnos el subsidio si no accedíamos a pagar la cuota que Gómez pedía.
Transportistas de buses.

Pero, los fondos del subsidio no se quedaron en la AEAU, Gómez encontró en los bienes y raíces una forma de proteger su recién adquirido patrimonio. Compra de casas, apartamentos, terrenos y fincas engrosaron la riqueza familiar.

Cómo se integra el costo del subsidio:
Q35 millones
a) Q21 millones por variaciones en el precio del combustible
b) Q8 millones contratación de seguridad TRANSURBANO
c) Q6 millones funcionamiento TRANSURBANO

En diciembre de 2016, un total de 21 propiedades vinculadas a Gómez fueron allanadas en la capital, Escuintla y Petén. Según el MP, las propiedades estaban a nombre de Reina María Gómez, hermana del otrora hombre poderoso.




En Guanagazapa, Escuintla, la finca OCAN con 16 caballerías dedicadas al ganado formó parte del patrimonio de Luis Gómez. Los vecinos del sector siempre dijeron que la tierra era propiedad del transportista y que quincenalmente viajaba al lugar para supervisarla.

Hoy, el transportista, dirigente gremial, empresario, amigo de políticos y acaudalado terrateniente está desaparecido. Lo único seguro es que Luis Gómez es la última pieza del rompecabezas del TRANSURBANO.

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